Por Mario Duarte.
Las actuaciones efectuadas por el Órgano Ejecutivo y por las entidades autónomas del Estado a partir del inicio de la cuarentena en el país, son terriblemente preocupantes y peligrosas. A estas alturas es imposible no ver el inminente peligro que se cierne sobre el sistema democrático de nuestra nación, es tan palpable como tomar un pan y comerlo.
No fuera así, si las entidades estatales antes mencionadas dieran justificaciones racionales y convincentes de sus hechos, pero por el contrario, no pueden hacerlo, simple y sencillamente porque han efectuado esos terribles actos.
Sus acólitos, que padecen de una ceguera no visual, sino más bien racional, son, paradójicamente, los encargados de defender a capa y espada lo indefendible a todas luces, con argumentos tan oligofrénicos y oráticos como: “Él es el elegido por Dios. Déjenlo que robe, ya robaron los gobiernos anteriores. Él nos regala comidita, hace hospitales mejores que los de Estado Unidos y les regala casas a los más pobres de los pobres. Si roba que robe, porque él si hace obras, hasta motos les regala a los trabajadores”. Y un largo y bochornoso etcétera que no sería suficiente este espacio para enumerarlos.
Pero los hechos están ahí vivos y coleando y nos hacen verlos y emitir juicios evidentes de su realidad y veracidad. Muchos médicos han muerto por falta de equipo y pésima normatividad y manejo de la pandemia. Se han invertido en otros rubros los fondos de la nación. Se ha contratado a personas sin idoneidad en muchas instituciones. Se ha desobedecido manifiesta e inequívocamente las sentencias de la Sala de lo Constitucional. Se ha negado los informes detallados y precisos a la Corte de Cuentas de la República. Se ha insultado a varios funcionarios de los otros Órganos del Estado. Se ha calumniado con lujo de detalles a varios funcionarios de los otros Órganos del Estado, cuando lo correcto es denunciarlos con las pruebas pertinentes ante el Fiscal General de la República o dar orden a la Policía Nacional Civil que inicie las investigaciones correspondientes del caso. Se ha amenazado a los otros Órganos del Estado. Se han incumplido muchas promesas emitidas antes, durante y después de la campaña electoral. Se ha atacado CRIMINALMENTE a varios medios de comunicación por investigaciones muy documentadas consistentes en pactos delincuenciales entre el Ejecutivo y las pandillas. Se ha visto renunciar al Ministro de Hacienda por no estar de acuerdo con las órdenes del Ejecutivo. Se ha visto y escuchado decir al Presidente del Banco Central de Reserva afirmar que al Ejecutivo se le han entregado QUINCE MILLONES DE DÓLARES DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA diarios durante los meses de la pandemia, siendo destituido por el Ejecutivo por tales declaraciones sin negarlas ni ofrecer prueba en contrario para ser analizada por las autoridades correspondientes. Se ha visto y se siente en carne propia la grave y descarada ESTAFA que están realizando algunas instituciones autónomas cobrando cantidades EXORBITANTES Y TOTALMENTE ANTOJADIZAS Y DELINCUENCIALES por los servicios efectuados y a veces efectuados parcialmente sin que el Ejecutivo investigue, detenga y procese a los responsables. Se está hablando DESCARADAMENTE de reformar el SISTEMA DEMOCRÁTICO de la república en caso de obtener la mayoría en la Asamblea Legislativa por parte del partido oficial en las próximas elecciones de diputados y alcaldes, lo que es constitucionalmente imposible porque lo prohíbe nuestra constitución. Y así una interminable cantidad de hechos evidentes y notorios.
Todo lo anterior nos hace concluir, tal como lo aseveró en estos días el rector de la UCA y no un ciudadano común y corriente como su servidor, sino me equivoco, que al Ejecutivo le urge ganar las elecciones antes mencionadas, no sólo para acumular más poder del que ya tiene por ley, sino también establecer una DICTADURA para evitar ser procesado por todos los actos antes enumerados y por muchos más.
Colofón: “HAY QUE PREVENIR ANTES QUE LAMENTAR”.