Por Mario Duarte.
El artículo 85 de nuestra Constitución establece que el gobierno de nuestro país es republicano, democrático y representativo. De estas tres concepciones políticas, escribiremos en las presentes y brevísimas líneas sobre el aspecto democrático.
Desde antigua data se han escrito bibliotecas enteras sobre la “Democracia”, tanto a favor como en contra, desde la Grecia Clásica de la Atenas de Pericles, pasando por la Francia del siglo XVIII del “Iluminismo”, hasta la modernidad del siglo XX con intelectuales como Hayek y Fredman. Atrás quedó esa simple definición de la Democracia como el mero gobierno del pueblo.
En la actualidad la Democracia es comprendida como la forma de gobierno que más puede garantizar una vida pacífica, justa y productiva en socieda. No se trata ya de gobiernos de masas ignorantes que pretendían imponer la tiranía de la “mayoría”, ni tampoco de imponer demagógicos gobiernos populistas como se ha pretendido aún en pleno siglo XXI, sino de llegar a un acuerdo pluralista, incluyente y competente en el cual la “cantidad” sea también “calidad”; un gobierno del pueblo, pero un gobierno “racional” por y para el pueblo, comprendiendo por pueblo a todos los nacionales de un país, sin distingos de ningún tipo ideológico.
Entendida la actualidad conceptual y material de la Democracia en nuestros tiempos, es necesario y más que necesario, IMPERIOSO, evitar a toda costa que los logros alcanzados en nuestro país, luego de décadas de gobiernos militares en los cuales, si bien hubo muchos avances económicos e industriales, también hubo vulneración a derechos esenciales como la libertad de expresión y otros, y, de la trágica agresión terrorista sufrida en los años ochentas del siglo recién pasado; sean destruidos por incipientes advenedizos que no respetan los pilares fundamentales de una república democrática y constitucional de derecho como la División de Poderes, el Principio de Legalidad en sus vertientes formal y sustancial, y, los Derechos Fundamentales.
Por lo expuesto en el párrafo anterior, ningún acto del Órgano Ejecutivo, por más buenas intenciones que argumente, puede justificar conductas de intimidación y violencia en contra de los gobernados o en contra de los otros dos Órganos del Estado.
Recordemos las palabras del célebre escritor peruano Mario Vargas Llosa: “La más imperfecta de las democracias, es preferible a cualquier tipo de dictaduras”.