Donald Trump podría llegar a visitar Alemania como presidente. Una verdadera pesadilla sobre la que ningún político en Berlín ha pensado en serio aún, porque nadie quiere ni imaginárselo, opina Jens Thurau.
Al fin, al menos alguien se atreve a pronunciarse sobre Donald Trump. Es Friedrich Merz, quien fuera una vez un importante político de la Unión Cristianodemócrata (CDU), jefe del grupo parlamentario conservador en el Bundestag. Ahora, es director de Atlantik Brücke, o Puente Atlántico, una asociación para promover el entendimiento germano-estadounidense.
Merz se refiere a Trump como un “fenómeno alarmante”. Y eso que Merz pertenece al ala derecha de la CDU, y acostumbra a criticar la “socialdemocratización” de su partido bajo el mandato de Angela Merkel. Dicho de otro modo: si hasta Merz se alarma por Trump, ¿qué pensará el resto en el espectro de los partidos alemanes, de Merz hacia el centro y la izquierda?
En la política alemana reina una especie de conmoción en lo que respecta a Trump, matizada por el vago sentimiento de que no hay que ponerse nervioso, aún es posible que, al final, gane Hillary Clinton. De ahí que no haya reacción cuando Trump, sin tener ni idea, califica de “total desastre” la política de Merkel frente a los refugiados; cuando dice que la canciller ha infligido “enormes daños” a Alemania, y que Europa enfrenta ahora problemas a los que no se enfrentaba “desde hace un millón de años”; o cuando despotrica sobre las numerosas “violaciones” de la noche de Año Nuevo en Colonia, y asegura que las mujeres ya no están seguras en Alemania frente a tantos refugiados “adictos al sexo”.
Durante muchos meses, los políticos alemanes miraron al otro lado del Atlántico con una mezcla de fascinación y escalofrío. Ese cabello. Esas agresiones. Esa ramplona argumentación. Todo esto recuerda un poco a la relación de los alemanes con George W. Bush, pero sólo un poco. Tampoco al expresidente estadounidense se le quería bien en Alemania. Pero, al menos, Ángela Merkel estuvo de su lado cuando aún no era canciller, y defendió la intervención estadounidense en Irak (algo que luego reconoció como un error). ¿Pero Trump? ¡Por Dios!
Alemania tiene otras preocupaciones
Así, según un reciente sondeo, el 74 por ciento de los alemanes votarían por Hillary Clinton, sólo un ocho por ciento por Donald Trump. ¿Y Trump, no muestra acaso simpatías por el presidente ruso, Vladimir Putin (si es que Trump puede sentir simpatía por alguien), más o menos a su nivel? Rusia y Estados Unidos como grandes amigos y Alemania en el medio: si eso no es suficiente para atemorizarse…
Pero, nosotros tenemos ahora mismo suficiente de que ocuparnos, estiman los políticos en Berlín: la crisis de refugiados, el desmoronamiento de Europa, la guerra en Siria, en Ucrania, la intervención rusa.
En general, la política de Washington se ha alejado de la mira de los alemanes. Sí, Barack Obama fue celebrado aquí como un héroe una vez. ¡Qué momento histórico, el primer presidente negro estadounidense! Pero Obama no fue lo que los alemanes esperaban de él. Estados Unidos parece haber dejado de ser tan importante. ¿Y, en definitiva, lo del tal Trumpo no es acaso puro espectáculo, casi hollywodiense? ¿Y si se hace realidad? ¿Entonces qué? No, en eso no queremos pensar, no por el momento.