Por: Fidel Eguizábal
“Hemos o han escuchado decir, ¡haya de usted salvadoreño! y
no importa si es del campo o la ciudad”.
Los salvadoreños en diciembre
cortamos café y vamos a la zafra.
El salvadoreño inicia “el avión”
a principios de diciembre y termina
hasta el día de los Reyes Magos.
Los salvadoreños hemos ido a cangrejiar y
a buscar jutes al río.
Nos hemos bañado chulones en el río.
Hemos comido mutas y cusuco y
hemos pedido aventón para ir a la fiesta del pueblo.
Después de verbena a comer carne asada
(no sé sabe si es de chucho).
Los salvadoreños vamos al estadio a joder.
Los salvadoreños le pedimos prestado al vecino
y se lo pagamos al fin del mes.
Hemos conquistado a la mujer de nuestros
sueños a pura pajita y poemas rebuscados.
Los salvadoreños somos cachimbones para todo,
siempre tenemos la razón aunque perdamos.
Los salvadoreños siempre somos rebusqueros y
compramos cachadas y ofertas.
Nos gastamos el aguinaldo en tonterías
y las remesas las ocupamos para los estrenos navideños.
No dejamos nada para la matrícula escolar.
Los salvadoreños ponemos nacimientos
y compramos cohetes en Navidad.
Vamos al aeropuerto a traer
a los familiares en camiones;
lo importante es que nos traigan algo.
Siempre hemos estrenado en Navidad y
en Año Nuevo. No importa la clase social.
Para eso están las tiendas de segunda mano.
Los salvadoreños vamos a la iglesia
a darle gracias a Dios por todas las bendiciones.
En la Noche Buena y el treinta y uno ponemos
a todo volumen el mix navideño y
bailamos con la cerveza en mano.
El salvadoreño siempre quiere amanecer en el año nuevo
en una playa del país.
Los salvadoreños chillamos en Navidad y
siempre amanecemos el primero de enero solo
con la salsita del pollo o el chumpe.