Por Mario Duarte.
Los artículos 72 y 73 de nuestra Constitución norman los derechos y los deberes políticos de los ciudadanos. Entre los derechos que tienen los ciudadanos está el de asociarse para constituir partidos políticos o ingresar a los ya constituidos, y, entre los deberes que tienen los ciudadanos está el de cumplir y velar porque se cumpla la Constitución.
Partiendo de estos dos axiomas normativos constitucionales, considero necesario efectuar la siguiente reflexión personal al respecto:
Es complejo el estado ciudadano actual. Muchos no comprenden que por estar en contra del régimen, de su partido político y de sus acólitos, no significa que se esté precisamente de acuerdo con la oposición, con cualquier partido tradicional de oposición o con los nuevos partidos en contienda como Vamos y Nuestro Tiempo. En mi caso puntual, yo estoy en contra, como intelectual y abogado, de la nefasta gestión administrativa del actual gobierno, de la vulneración sistemática de los valores, principios, garantías y derechos fundamentales que el oficialismo ha efectuado prácticamente durante casi todo el año vigente, y, de la imposición material y arbitraria de su desastroso régimen. Con ello no respaldo las acciones del pasado efectuadas por otros gobiernos de los partidos tradicionales desde los acuerdos de paz, sólo soy claro en afirmar con enjundia que jamás en la historia del país se había dado algo similar a la aguda crisis que nos atribula. Lo más cercano al actual caos podrían ser ciertos gobiernos militares y el conflicto armado, pero debemos recordar que en esas épocas no había democracia como ahora la conocemos (independiente que sea muy imperfecta, pero al final es una democracia). Mi posición es clara, no estoy en favor del caos venga de donde venga.
Reflexionado lo anterior, debemos entender que el derecho de formar partidos políticos o ingresar a los ya formados, no incluye el actuar en contra de la libertad de expresión o ambulatoria, la democracia y la legalidad.
No es correcto atacar a todos los que fundamentamos nuestras críticas con razones, documentos y realidades notorias, sólo por el hecho de no ser canes genuflexos del régimen o de los que simplemente no están de acuerdo con el oficialismo. Al efectuar dichas conductas aberrantes, pasamos de ser miembros y seguidores de un partido a militantes fanáticos irascibles, irracionales y ciegos mentales como lo fueron los milicianos de las SA del antiguo NSDAP en la Alemania Nazi, lo cual indefectiblemente nos lleva a convertirnos en CRIMINALES nada más.
Recordemos que ante todo derecho, siempre se encontrara un deber, y así como tenemos el derecho de ser miembros de un partido político, también tenemos el deber como ciudadanos de cumplir la Constitución y velar porque se cumpla. La Constitución está sobre nuestras acciones partidarias, máxime cuando estas acciones son ilícitas e ilegales y lamentablemente desembocan en la comisión de delitos, como recientemente ha sucedido con algunos acólitos del instituto político oficial. Participemos en la vida política, pero participemos acorde a las normas constitucionales y legales, y guiados por la razón y la objetividad que caracteriza a los seres humanos pensantes que viven en sociedad.