La desafortunada decisión de la semana pasada de comprar tres islotes en el archipiélago Tiaoyutai por el gobierno japonés ha aumentado las tensiones en el Mar de China oriental. La cual ha sido cuestionada por el compromiso reiterado de Tokyo en respetar la soberanía territorial de la República de China (Taiwán) y su deseo de mantener estrechamente las relaciones Taiwán-japonesas.
Para muchos, las movidas que ha hecho Japón en este mismo momento de “nacionalizar” las islas no pudieran ser peores. Con la llegada del 81 aniversario de Incidente de Mukden en 18 de septiembre (fecha que marcó el inicio de invasión japonesa a China). Los resentimientos y las heridas que se sienten tanto en Taiwán como en China han escalado hasta su punto ápice. Tokyo hubiera podido evitar con tal acción tan controversial reapertura de las viejas heridas, no debería echar sal a la herida.
Cuando las Islas Tiaoyutai fueron anexionadas por Japón en 1895, no eran en calidad de “ocupación de Terra Nullius”. En realidad, las Islas Tiaoyutai no solo ya habían incluido en el territorio chino y además sirvieron como punto de defensa marítima durante la Dinastía Ming (1368-1644), y luego en los archivos histórico oficiales de la Dinastía Ching (1644-1912), también ya habían incluido las Islas Tiaoyutai en el territorio chino, pruebas que refutan que las islas no pertenecían a nadie.
El uso de las Islas Tiaoyutai por los chinos durante los siglos no puede ser borrado por mera decisión de tomar ocupado el archipiélago por parte de Japón durante la primera guerra Sino-japonesa entre 1894-1895. Este acto de usurpación, fue ordenado por el gobierno japonés en una solo reunión de gabinete, había sido escondido del mundo hasta que los documentos diplomáticos japoneses fueron descifrados en 1953.
La decisión unilateral de adquisición del territorio viola el Derecho Internacional, y además, hace que la reclama de Tokyo sobre la soberanía de las Islas Tiaoyutai sea invalida y nula.
Ha sido una posición consistente de la República de China que las Islas Tiaoyutai habían sido devueltos junto con Taiwán a la República de China (Taiwán) basado en el espíritu de los acuerdos de la Declaración de Cairo (1943) y la Proclamación de Potsdam (26 de julio de 1945) entre Harry S. Truman, Winston Churchill y Chiang Kai-Shek, definiendo las condiciones de la rendición incondicional de Japón al término de la Segunda Guerra Mundial.
La República de China (Taiwán) es un país amante de la paz, por lo que el Presidente Ma Ying Jeou, ha propuesto la Iniciativa de Paz para el Mar de China oriental, solicitando a todas las partes involucradas a abstenerse de tomar cualquier acción antagónica, a dejar a un lado las diferencias, a no abandonar los diálogos al respecto, a seguir apegado al Derecho Internacional y a buscar resolver todas las disputas de manera pacífica.