Hace algunos meses, publicamos en este medio la historia de doña Ana Alfaro, una santaneca que por más de tres años ha sido presa de una extraña enfermedad, la cual le ha postrado en cama durante todo ese tiempo. Una vez más fuimos a visitarla y el cuadro que ahora encontramos es mucho más triste que el de la otra vez, a pesar que algunas personas atendieron el llamado y le visitaron con una silla de ruedas y una visita médica, la señora de 43 años no ha podido ser atendida en un centro hospitalario, “tenían que llevarme todos los días a consulta externa para que me vieran, yo no me puedo mover, cada vez que alguien me toca es un dolor insoportable” explica Alfaro. Doña Ana poco a poco está cediendo ante la enfermedad, la robustez de su cuerpo está desapareciendo con los días y la vista la ha perdido por completo, ella lo único que pide es que alguna persona o un centro asistencial pueda ayudarle, “es necesario que me ingresen y ahí me estén viendo porque yo no puedo ir y venir a cada rato, el dolor es muy fuerte, somos pobres y no tenemos dinero para eso” dice entre gemidos, hace varios meses fue trasladada al hospital San Juan de Dios de Santa Ana de emergencia, según la evaluación que en ese momento le hicieron fue que la enfermedad le ha afectado sus órganos internos, “no sé si es la columna o qué pero dicen que me está apretando todo por dentro y eso es lo que me produce el fuerte dolor, pero me dijeron que no podían hacer nada” explicó. La última vez que fue atendida por los médicos fue hace tres años, según ella en esa oportunidad le diagnosticaron herpes, sin embargo, a su juicio, es otro tipo de enfermedad ya que el dolor es exagerado a toda hora del día, “yo no me puedo mover, me tiene que estar moviendo, ya perdí la fuerza de mis piernas y ya mis manos prácticamente no puedo moverlas” dice. Al dolor de su enfermedad se suma la incertidumbre de habitar una vivienda que se encuentra al borde de colapsar, “nada menos ayer escuché que las vigas rechinaron, esto en cualquier momento se cae y solo mi mamá con migo, yo no me puedo mover” comenta Alfaro, por su parte su madre y única compañía espera que alguna persona pueda ayudarles a conseguir otro lugar hacia dónde trasladarse, “mire aquí la verdad es que Dios que ponga su coraza para protegernos porque ya las paredes no van a aguantar mucho tiempo” dice Rosa Alfaro. Actualmente ellas pagan un alquiler de 25 dólares, sin embargo aseguran que desean salir lo más pronto posible de este lugar, el cual es el único cuarto que ha quedado de lo que hace mucho tiempo fue un mesón, el resto de habitaciones ya no existen. Si desea colaborar puede llamar al 7740-0513.