13.09.10 *George ChayaPublicado el 7 de septiembre de 2010, en exclusiva para El Diario Exterior, http://www.eldiarioexterior.com/union-europea-e-iran-curso-38715.htm La Unión Europea aprobó severas sanciones contra la Republica Islámica de Irán para que ésta desista de enriquecer uranio en su carrera por conseguir poderío atómico. La decisión de la UE viene a ratificar la cuarta ronda de sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU a la vez que refuerza las medidas adicionales aprobadas por el Congreso y la Casa Blanca. Las nuevas sanciones apuntan tanto al sector financiero del régimen iraní como a sus áreas petroleras y gasiferas. A partir de agosto esta prohibida cualquier inversión o asistencia de empresas de la UE en los sectores más vulnerables de la economía iraní. A pesar de sus reservas petroleras, Irán es particularmente débil en este ámbito por carecer de capacidad para producir suficiente petróleo refinado para satisfacer sus necesidades de exportación y consumo interno. Las sanciones prohíben a empresas europeas prestar servicios a sus similares iraníes gubernamentales o privadas. Igual prohibición afecta cualquier actividad financiera de bancos iraníes en la Unión Europea. Si estas medidas se aplican en forma efectiva afectarán negativamente el transporte marítimo y áreas financieras vitales del régimen, a la vez que podrían convencer a Irán en reconsiderar la vieja propuesta de exportar su uranio a un tercer país donde sea enriquecido para uso no militar. Teherán ha jugado con Occidente por demasiado tiempo con esa propuesta como un ejercicio para ganar tiempo en su agenda nuclear. Según los iraníes, las sanciones no representan una amenaza a su economía, por lo que no hay razón para creer que, incluso con las nuevas medidas, el régimen cambie su actitud. No obstante, estas sanciones pueden dañar a Teherán en sus recursos financieros, pero considerando el fracaso de tres rondas de sanciones anteriores y las declaraciones del jefe del programa nuclear iraní, Ali Akbar Salehi, asegurando que la única opción para su país es resistir a Occidente poniendo en marcha la planta construida por Rusia en Bushehr <cuyo reactor de mil megavatios estará plenamente operativo en seis meses> será difícil que Irán desista a su plan nuclear. En este marco no hay que restar importancia al discurso de Hassan Nasrallah, difundido por Al-Manar TV el 23 de agosto pasado, donde el líder de la organización libanesa Hezbollah propuso la necesidad de un reactor nuclear en Líbano, y en esa dirección, instó al gobierno libanés a formalizar acuerdos bilaterales de cooperación durante la visita que el presidente Ahmadinejad realizara en Octubre a Beirut para construirlo <con el fin de generar electricidad para vender energía a Siria, Chipre y otros países de la región>. Según Nasrallah, el coste de la construcción del reactor de Bushehr fue menor que la inversión realizada por Líbano en su red eléctrica actual. Como se ve, la escalada regional no es menor. De regreso a las nuevas medidas, tal vez puedan tener éxito en el largo plazo, pero no debe suponerse que serán aceptadas sumisamente por el gobierno iraní pues su supervivencia esta basada en lograr capacidad nuclear como el reaseguro necesario para la promoción de sus políticas globales. Incluso con graves problemas en su economía interna probablemente no alcancen para inducir al régimen en abandonar su programa nuclear. Se suele decir que cada quien llega hasta donde su propia incapacidad lo permite; lo cierto es que en el pasado no hubo demasiada diplomacia de prevención por parte de Bruselas. Tampoco las principales cancillerías occidentales han hecho intentos de mediar seriamente ante el proyecto nuclear iraní. Hace veinte años, en los días previos a la invasión de Irak a Kuwait, muchos analistas vieron señales de tal crisis, pero los protagonistas árabes y occidentales lograron convencerse de que la situación no se descontrolaría. Aquella crisis, igual que otras anteriores, mostró que las tensiones en Oriente Medio rara vez se diluyen con el paso del tiempo. A veces se resuelven mediante la intervención diplomática activa de los protagonistas regionales o internacionales, y a veces estallan violentamente. No se debería obviar esos datos que nos ofrece la historia reciente. Si las medidas se convierten en una presión de efectivo cumplimiento será un éxito de la UE sobre Irán, pero si se transforman en pequeñas molestias, no tendrán posibilidad alguna de prosperar frente a Teherán. Aun así, la decisión representa un paso importante y genera un clima internacional positivo. No hay mucho tiempo antes de que Irán alcance a desarrollar una cabeza nuclear utilizable. El tiempo que queda ha comenzado a generar la creciente sensación que el precio de un Irán nuclear va más allá de lo que Occidente esta dispuesto a pagar en términos de equilibrio estratégico en la región. En última instancia, se trata de la aceptación o no del Irán nuclear. La votación de la UE evidencio que un clima de sensatez internacional madura lentamente. El coste-beneficio pareciera estar instalándose en la comunidad internacional frente al régimen iraní. Aunque es probable que ningún nivel de presión económica le haga desistir. Al mismo tiempo, Occidente parece estar moviéndose gradualmente hacia una posición que considera que un Irán nuclear es un resultado que no esta dispuesto a permitir. Todo se parece mucho a dos grandes barcos que, aunque navegan a distancia, llevan cursos que marcan un inexorable rumbo de colisión final. *El Profesor George Chaya es politólogo y autor de «La Yihad Global, el terrorismo del siglo XXI», publicado en idioma español en los EE.UU. http://www.georgechaya.info |