Piedras erguidas en Gezer
Casi un siglo después de que el arqueólogo británico Alan Rowe excavara Gezer, el Dr. Samuel Wolff publicó un informe final sobre el yacimiento, que incluye tres vasijas cuyo uso desafía toda interpretación
POR: Ruth Schuster y Samuel Wolff
Una descolorida señal en la autopista Tel Aviv-Jerusalem anuncia que se ha llegado al Consejo Regional de Gezer. Casi igual de descolorida está la historia antigua del montículo de Tel el-Jezer, identificado como el emplazamiento del Gezer bíblico en 1870.
La identificación de un yacimiento arqueológico con relatos bíblicos suele ser circunstancial. En este caso, los arqueólogos encontraron el equivalente en arqueología bíblica del Santo Grial: inscripciones descubiertas a unos cientos de metros del yacimiento, aunque del siglo I Antes de la Era Común, en las que se leía, entre otras cosas, «límite de Gezer» en hebreo. Pero la historia de la ciudad comienza miles de años antes.
Las primeras excavaciones en el tel [N.T. montículo en hebreo] comenzaron unas décadas después de este descubrimiento, a cargo de un arqueólogo irlandés llamado Robert Alexander Stewart Macalister por encargo del Fondo de Exploración de Palestina. Macalister no tardó en publicar sus descubrimientos e interpretaciones, y al final acertó en muchas cosas, pero también se equivocó en muchas otras.
Vista aérea de Tel Gezer
Macalister consiguió discernir los principales periodos de ocupación del yacimiento tras su primera temporada de excavaciones, lo cual, teniendo en cuenta que era un excavador pionero, es digno de elogio. Pero básicamente pasó por alto la Edad de Hierro, identificando erróneamente la mayoría de los hallazgos de este periodo como helenísticos. Pero su mayor fallo fue omitir la procedencia (es decir, el contexto de los hallazgos) en su publicación, dejando así que todos adivinaran de dónde procedían los objetos.
Excavaciones posteriores, realizadas en los años sesenta y setenta por encargo del Hebrew Union College, permitieron discernir 26 estratos, a menudo uno sobrepuesto al anterior. Su cronología abarca desde el Calcolítico (IV milenio Antes de la Era Común) hasta la época romana temprana (finales del siglo I Antes de la Era Común).
La excavación más reciente, patrocinada inicialmente por el Museo Tandy del Seminario Teológico Bautista del Suroeste, en Forth Worth (Texas), y más recientemente por el Centro Lanier de Arqueología de la Universidad Lipscomb, en Nashville (Tennessee), se centró en revelar los estratos del Bronce Tardío y la Edad del Hierro (1200-734 Antes de la Era Común).
Algunos de sus resultados se publicaron recientemente en Haaretz; uno, una capa de destrucción que data de alrededor del año 1200 Antes de la Era Común atribuida al faraón egipcio Merneptah; el otro, que atribuye el muro de fortificación de la ciudad e, inmediatamente, la puerta de 6 cámaras a mediados del siglo X Antes de la Era Común, es decir, a la época del rey Salomón y no a un rey de la Casa de Omri como se ha propuesto en otros lugares.
A propósito de Gezer y Salomón: «Esta es la cuenta de la leva que recaudó el rey Salomón para edificar la casa del Señor, y su propia casa, y Milo, y el muro de Jerusalem, y Hazor, y Meguido, y Gezer» – 1 Reyes 9:15
Pero hubo otra fase de excavación en Gezer, hace 90 años, una pequeña excavación con resultados intrigantes. Pero no aparecería ningún informe final sobre el trabajo, hasta el 2021, cuando el Dr. Samuel Wolff presentó los hallazgos en Ugarit Forschungen, tras un proyecto financiado parcialmente por una subvención de la Sociedad Americana de Investigación en Ultramar.
Una pequeña excavación
En 1934, el Fondo de Exploración de Palestina eligió a Alan Rowe, un arqueólogo británico con un historial de excavaciones en Egipto y en Beit She’an (Israel), para dirigir una excavación de un mes en Gezer. Rowe publicó un informe preliminar de sus hallazgos en 1935.
La excavación se inició a instancias de Herbert Bentwich, vástago de una conocida familia sionista británica, explicó Wolff. El sueño de Bentwich era fundar un asentamiento sionista en Gezer y sus alrededores en nombre de la Compañía de Tierra Macabea.
Para su presunto disgusto, sus planes nunca se hicieron realidad, entre otras cosas por la falta de agua disponible para los ocupantes propuestos. Pero en honor a su memoria, su familia donó una pequeña cantidad de dinero al Fondo de Exploración de Palestina para cubrir los gastos de una pequeña excavación en el lugar: 125 libras, cantidad que fue igualada por John Marston.
Wolff relató que Rowe exigió un aumento de 20 libras a 70 libras al mes para excavar Gezer, para disgusto del FEP, que sin embargo acabó capitulando.
¿Primera Edad del Bronce en Gezer?
Rowe desconocía que en la zona que eligió para excavar, en el extremo occidental del enorme montículo, había una cueva funeraria de la Edad de Bronce temprana, posiblemente de hace unos 5.100 años.
Alan Rowe en Gezer.
Anteriormente, se habían encontrado e identificado muy pocas pruebas de la Edad de Bronce Temprana en Gezer, en gran parte debido a las posteriores ocupaciones construidas sobre las ruinas más antiguas, aunque Macalister identificó correctamente hallazgos de la Edad de Bronce Temprana, al igual que hizo el equipo del Hebrew Union College (HUC por sus siglas en inglés) en 1969. La mayoría de estos hallazgos estaban asociados a enterramientos en cuevas subterráneas.
La excavación de la «Gran Cueva Cananea», como la llamó Rowe, produjo docenas de vasijas de cerámica completas de la Edad del Bronce Temprano: jarras de almacenamiento, cuencos, jarros y cántaros, incluidos anforiskos (pequeñas jarras de cuello estrecho con dos asas), y tres vasijas únicas que han desconcertado a los arqueólogos desde entonces.
Nadie pudo ni puede averiguar para qué servían, explicó Wolff. Han estado expuestos durante años en el Museo Rockefeller, pero aparte de aparecer en fotos generales en el artículo que Rowe publicó en el Palestine Exploration Quarterly en 1935, no se habían visto hasta el trabajo de Wolff.
Simplemente demasiado extraño
Mirando las fotos de las vasijas, es realmente difícil intuir para qué servían.
De la excavación de 1934 en Tel Gezer por Alan Rowe.
Una de ellas es una vasija redonda que recuerda a un tambor, con parte superior e inferior integradas, y con un pico que sale de la vasija cerca de la parte superior. La parte del «techo» está deprimida, como un cuenco de paredes bajas. No hay comunicación entre ese cuenco plano superior y la sección inferior con el pico. El artefacto completo mide 6,8 centímetros de alto (2,7 pulgadas).
Samuel Wolff en el campo.
No se ha ofrecido ninguna interpretación de este artefacto, explicó Wolff: es simplemente «demasiado raro», una descripción que los arqueólogos suelen atribuir a los artefactos «de culto», que podrían serlo. En cualquier caso, Wolff especuló con la posibilidad de que la parte inferior interior contuviera un líquido y el «cuenco» de la parte superior contuviera otra sustancia, líquida o no. O tal vez el interior estuviera lleno de un líquido caliente que calentara la sustancia contenida en la parte superior. Estas sugerencias son totalmente conjeturales, subrayó Wolff.
El segundo recipiente es una pequeña olla hecha a mano de 7,6 cm de altura con dos pequeñas protuberancias ligeramente dentadas a ambos lados. La parte superior de estas protuberancias está ligeramente dentada, y la boca de la vasija tiene hendiduras, «falsos ‘cuellos’», como los llamó Rowe. Las paredes de este objeto son muy gruesas para ser tan pequeño, por lo que pesa mucho más de lo que cabría esperar a primera vista.
El tercer recipiente es un cuenco diminuto dentro de otro cuenco, de 6 centímetros de altura. Hay un pequeño agujero en el lateral del cuenco interior. Se podría imaginar un líquido deslizándose penosamente entre los cuencos interior y exterior, pero nadie sabe con qué fin. Wolff señaló que no muestra signos de combustión, lo que sugiere que no era una lámpara. Al menos, no una usada.
Ya se habían encontrado cuencos dobles en Tel en-Nasbeh, cerca de Ramala, en una tumba excavada en la calle Nordau de Tel Aviv y en Hama (Siria). Pero Wolff observó una diferencia: el cuenco interior del artefacto de Gezer está centrado, mientras que los hallados en Tel en-Nasbeh presionan contra el borde del cuenco exterior.
Sintiéndose rey
Otro dato descubierto por Wolff arroja luz sobre la fase moderna de ocupación del yacimiento.
En 1869, un banquero alemán llamado Melville Peter Bergheim construyó una finca en el extremo occidental del tel y empleó a trabajadores de la aldea de Abu Shusheh, situada justo al suroeste del yacimiento. Fue Bergheim quien concedió permiso a Macalister para realizar allí sus excavaciones.
En 1910, Bergheim vendió parte del yacimiento de Gezer a los aldeanos de Abu Shusheh y en 1913 vendió otra parte a la Asociación de Colonización Judía, dirigida por el barón Edmond de Rothschild. Fue de Rothschild de quien Bentwich arrendó la tierra para su putativo asentamiento judío. La ruinosa finca de Bergheim debía ser el centro de ese asentamiento, pero no fue así.
En 1932, Herbert Bentwich, entonces en sus últimos días, «pasaba una noche allí y se sentía un rey». En 1934, los edificios de la finca Bergheim sirvieron de «casa de excavación» para las excavaciones de Rowe, y más tarde, en las décadas de 1960 y 1970, los cimientos de los edificios fueron reutilizados por el equipo de excavación del HUC como parte de su campamento de excavación.
Se puede ver el campo de excavación de Rowe siguiendo el camino desde el aparcamiento situado en el yacimiento hacia el norte, en dirección al kibbutz Gezer. La entrada a la cueva funeraria, detrás de un gran árbol, no se recomienda por motivos de salud y seguridad, dijo Wolff.
Pero hay mucho más que ver en el yacimiento: las excavaciones han revelado las puertas a la Edad del Bronce Medio y la Edad del Hierro, el sistema de abastecimiento de agua recientemente desenterrado, una casa de cuatro habitaciones de la Edad del Hierro del siglo VIII Antes de la Era Común recientemente reconstruida, destruida por el rey asirio Tiglat-Pileser III. Y también, un «lugar alto» con diez monolitos en pie, apodado por algunos nada menos que «el Stonehenge de Israel».
Fuente: Haaretz