La tarde inició con gotas caprichosas de una lluvia que se veía venir, un cielo vestido de gris
haciendo reverencia al luto que la humanidad sentía y con el que conmemoraba un año más, el
sufrimiento del Señor Jesucristo en El Calvario.
A pesar de la lluvia cientos de feligreses católicos aferrados a su fe, quisieron participar de la
tradicional procesión del “Santo Entierro” acompañando por las diferentes calles de la ciudad
morena la urna con la imagen del Cristo, luego del descenso de la Cruz donde fuera crucificado
horas antes, así se armaron con paraguas, gorras, plásticos y todo lo que pudiera servir para
protegerse de las amenazantes gotas de lluvia que aún persistían.
Dios vio la religiosidad de sus fieles y cerró las puertas del cielo para evitar que el agua continuara
precipitándose sobre suelo santaneco, sin embargo el agua que ya había caído caló en las
alfombras que delicadamente habían sido moldeadas con sal y aserrín, algunas con la imagen de
Cristo, otras con Monseñor Romero, no pudieron faltar las citas bíblicas alusivas a tan importante
acontecimiento como lo es el Santo Entierro.
Así inició la procesión del Santo Entierro, miles y miles de salvadoreños de todas partes del interior
del país veían pasar con pasión la Urna cargada por 40 personas, “Como siempre en la Semana
Santa la gente participa mucho, gracias a Dios ha habido participación multitudinaria en todas
las actividades que hemos tenido” expresa el Padre José David guardado, Párroco de la Iglesia
Catedral de Santa Ana, quien fue acompañado por el Alcalde y miembros del consejo municipal.
Una señora de avanzada edad cubría con un manto negro su cabeza, de sus ojos se derramó
una lágrima, hizo una reverencia ante la imagen y cerró sus ojos un par de segundos, luego
prosiguió como una feligrés más el recorrido de la procesión. Otro hombre, con su hija en
hombros le explicaba a la menor que era el Cuerpo de Cristo el que iba dentro de la urna, muchos
simplemente caminaban, caminaban con profunda fe.
La marcha fúnebre anunciaba que el Cuerpo de Cristo era transportado para darle el último adiós,
sin embargo no todo era tristeza, ya que entre más cerca se veía la entrada del Santo Entierro,
más cerca se veía también la hora del milagro de la resurrección y eso fue motivo de aliento para
todos los dolientes.
Edras García trabajó junto a más de 20 personas de la colonia 5 de marzo desde las diez de la
mañana hasta las cinco de la tarde, en una de las primeras alfombras que encontraría el Santo
Entierro ubicada frente al Parque Libertad, para estos jóvenes pertenecientes a la comunidad
Santo Domingo de Guzmán el haber trabajado en esta alfombra es un sacrificio que se hace “en
el nombre de Dios”, “un sacrificio de Dios, así como Dios hizo un sacrificio por nosotros, también
tenemos que hacerlo” comenta.
El camino de la procesión continuaba con toda la normalidad de años anteriores, sin embargo
alguien advirtió el regreso de la lluvia, de eso, poco tiempo transcurrió para que las gotas fueran
más perceptibles por la concurrencia, quienes a pesar del agua no desmayaron en su recorrido, sin
embargo éste tuvo que ser recortado de su trayecto original.
El Santo Entierro es uno de los puntos medulares de la Semana Santa, una actividad que aglomera
miles de feligreses sin distinción de sexo, edad, clase social, ideologías políticas, ya que como dice
las Sagradas Escrituras “Dios es amor” y ese amor indudablemente es para todos.