Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 4 de junio de 2020.
Al decretarse hoy, una nueva cuarentena, restringiendo la movilidad, cierre de oficinas públicas, limitación a medicinas, alimentos e imponiendo forma de acceder a nuestros bienes, es necesario analizar el poder del Presidente – es sólo un ciudadano más, entre el resto – pero se abroga hoy, cambiar el concepto de equilibrio de poder y, la estructura natural del funcionamiento de la República, por ello, debemos analizar este fenómeno, en busca de un retorno a la constitucionalidad.
El concepto “Primus Inter Pares”, en su locución latina, y que, según La Real Academia de la Lengua, significa “Primero entre sus iguales, más destacado e importante entre otras personas o cosas de la misma condición o dignidad”. Concepto es garantizado por la Constitución en el “ARTICULO 3.- Todas las personas son iguales ante la ley. Para el goce de los derechos civiles no podrán establecerse restricciones que se basen en diferencias de nacionalidad, raza, sexo o religión”. No obstante, hoy el gobernante dice, quien trabaja, quien guarda confinamiento, quien puede ir al banco, quien puede cobrar sus deudas y quien puede comprar y qué cosas, lo que equivale a designar, quien muere de hambre, quien no usufructúa sus bienes y quien, no tiene la libertad de ganarse el sustento y, debe de depender de la caridad pública o del beneplácito del Gobierno.
Derecho que hoy se abroga el Ejecutivo, por sobre los demás poderes del Estado, según Nayib Bukele, luego de su última intervención pública. Llevar a la Asamblea, el informe del Estado de Emergencia por las lluvias, luego de tres días y, ampliar unilateralmente la emergencia por la pandemia, demuestra una clara intención de cambiar la estructura del Estado, en su forma republicana y democrática. Este cuestionamiento no interesa, a quien pone una bandera blanca, buscando asistencia, pero es lo que le causa la condición de necesidad de alzar dicha bandera blanca.
Es tal la necesidad, que ya todo comercio informal ha abierto, menos el formal, que, en su mayoría, ya quebró y sólo está esperando la normalización, para oficializar su cierre, sin poder cancelar sus compromisos laborales, por iliquidez. Los tribunales no podrán diligenciar los reclamos, pues colapsarán si recurren a ellos, todos los despedidos (150,000 por ahora).
Cambio es este, no sólo es en la estructura o concepción del Estado, sino también en los partidos políticos, el FMLN, fue desgranado desde adentro, haciendo que sus bases pasen a conformar las de Nayib Bukele, ARENA, sufrió la neutralización de sus bases y hoy parte de su dirigencia, se pliega a Bukele, por el efecto de gravitación de poder y algunos altos empresarios, también lo apoyan, confiando en tener la suficiente influencia, en base a que siendo sus intereses centroamericanos, no serán perjudicados en El Salvador.
Tal deformación de poder y de la estructura del mismo, sólo garantiza dependencia de la voluntad de Bukele, lo cual no es garantía de igualdad ante la ley y, a la larga, terminará imponiendo por la fuerza, su voluntad a los políticos y millonarios que creen hoy ganar su favor y así tener influencia a futuro. Igual ha sucedido en otras dictaduras.
Las dictaduras se aprovechan y manipulan el sentimiento de los más necesitados que, por su condición, no reflexionan sobre el funcionamiento del Estado, que da las condiciones para su desarrollo: la intelectualidad de la clase media, hizo la independencia, la intelectualidad de la clase media, causo la revolución liberal, la intelectualidad de la clase media, es la que se opuso a la agresión comunista armada; ahora, es la que tiene que hacer que Nayib Bukele, fracase en sus pretensiones de dictador.