Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓNACCION http://publicacionaccion.
San Salvador, enero de 2020.
El populista válese de los movimientos sociales, para mantener una lucha constante, creando la “subversión democrática”, tal dice Enrique Krauze, en artículo publicado el 14 de octubre de 2005 – escritor e historiador mexicano, miembro de la Academia Mexicana de la Historia y de El Colegio Nacional, director de la Editorial Clío y de la revista Letras.
El populista crea “enemigos” nacionales o internacionales, contra quienes lucha la sociedad, materializando y magnificando el quehacer de las organizaciones sociales. En consecuencia, hay un desvío de los intereses reales del Estado, hacia otros, que son sólo de interés del populista: con distracción social, de los problemas reales.
En Venezuela, Bolivia y Nicaragua, se culpa al “Imperio yanqui”, en Chile y Argentina al “sistema capitalista” y en España, a los “facha” (fascistas). Pero cubierto con esa cortina de lucha o reivindicaciones sociales, todo populista lo utiliza, para justificar sus errores y obtener sus fines.
El populista, al crear una “subversión democrática”, impide que el sistema de pesos y contrapesos funcione, así como que los diferentes mecanismos dejan de operar, como sucede en una guerra o conflicto armado, pues todo es politizado, son un caos: partidos políticos, sociedad civil, gremiales empresariales y sindicatos. Esto garantiza al Gobierno, que se le controle sobre sus finanzas y, cuando ya es tarde, deducir responsabilidades porque hay otro populista, desplazando al anterior y se hace imposible recuperar lo defraudado.
Aunque el populismo se centra en una persona, crea un sistema vicioso, que da como única opción, para hacerse del poder del uso del populismo. Esto lo hemos visto desde el Gobierno de Saca, hasta hoy. Los robos cometidos por Saca y Funes no habrían sido posibles sin la destrucción de los controles internos del Estado.
Vemos hoy la corrupción de Sigfrido Reyes: se generó en los dos Gobiernos anteriores. Se escucha que Salvador Sánchez Cerén, ha cometido ilícitos patrimoniales: seguramente saldrá a luz, en la medida que sus estructuras de corrupción, pierdan poder, frente a las nuevas, consolidadas, en derredor de un nuevo líder populista.
Varios de los hoy presos, por la corrupción de Sigfrido Reyes, trataron de crear una gremial a fin al Gobierno, para substituir en su influencia a la ANEP y la ASI. Aglutinadas estaban las empresas ALBA, allegados al Gobierno, y pretendían influir, respondiedo a los intereses de Funes y Sánchez Cerén. Varios de sus antiguos colaboradores, son hoy, funcionarios del nuevo Gobierno, en perpetuación de este ciclo.
Hoy las organizaciones sociales son lanzadas para la “defensa del agua” o de las pensiones, pero lo que pretenden, es mayor control en el uso del agua, para elevar su dominio poblacional, sobre la industria y la agroindustria. La mayoría de las organizaciones que luchan por las pensiones, exigen que éstas, pasen al Estado y culpan a la “oligarquía bancaria” las bajas pensiones, sin reflexionar que la baja rentabilidad, es debida a la sangría ocasionada por los préstamos estatales bajos intereses y tablas definidas por los diputados Lo que aseguraría una nueva inyección de fondos al Estado, sin tener que pagar lo ya prestado y, crear a los jubilados, la ilusión de pensión justa.
La quiebra del IPSFA (Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada) tiene su origen en las exigencias, luego del conflicto, por parte del Gobierno, sin que éste, haya pagado su deuda, o en sus bienes usufructuados, por parte de funcionarios corruptos, como lo muestra el caso de Sigfrido Reyes. Igual situación se puede apreciar en el INPEP y el Seguro Social.
El populismo crea “subversión democrática”, causa de la la descomposición social, que no pueda corregirse.