En la actualidad de los partidos políticos de nuestro país, la mayoría de ciudadanos, entre ellos muchos nuevos ciudadanos, están argumentando que es necesario un “cambio” de preferencia electoral y dejar a un lado las anteriores estructuras políticas.
Lamentablemente, estos ciudadanos, ignoran que lo que ellos creen es una “novedosa” institución política, simple y sencillamente no lo es en absoluto.
Lo que ellos llaman “nuevo” es un vetusto, obsoleto y prosaico ente político. Fruto directo de las primeras formas de organización política en nuestro continente y que tanto daño han causado a Latinoamérica, lo que Maurice Duverger indica, en su ópera magna “LOS PARTIDOS POLÍTICOS”, como estructuras políticas arcaicas o partidos políticos arcaicos.
En Latinoamérica, dichos partidos políticos arcaicos, se formaban por un conjunto de seguidores reunidos alrededor de un “caudillo”, es decir, de una persona que sólo es seguida por su capacidad de emitir promesas y sueños irrealizables y cuyo único argumento es el ataque sistemático al oponente y la realización de actos propagandísticos. Lo que constituye en el fondo la versión tropicalizada de la aún más antigua demagogia surgida en la Grecia Clásica.
Por lo antes afirmado, es de vital importancia tener conocimientos mínimos sobre nuestras opiniones, aunque sean meras opiniones, y más aún cuando se emiten juicios de valor como los efectuados por los ciudadanos en cita. Si bien es cierto, en la actualidad se necesita reformar las estructuras de los partidos políticos de nuestra república para hacerlos más representativos, democráticos y racionales, también es cierto que se necesita tener conocimiento de la historia, estructura, funciones, fines y visión de los mismos, para no caer en la ignorancia y en el engaño, que al final afecta el sistema democrático que todavía se contempla en nuestra Constitución.