San Salvador, 1 de marzo de 2012.
Las imágenes de los campos anegados y los cultivos perdidos bajo la lluvia que cayó durante la Depresión Tropical 12 E, es el recuerdo más reciente de la fuerza destructiva de la naturaleza, pero sobre todo la nueva realidad que deja al descubierto los efectos del cambio climático.
El tema de la adaptación de la agricultura al cambio climático se vuelve central en las discusiones del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) y ha sido incorporado como uno de los ejes centrales en su Programa Nacional de Restauración de Ecosistemas y Paisajes.
Para el Ministro de ramo, Herman Rosa Chávez, quien ayer habló para un público conformado por investigadores y científicos en el “Foro Nacional de Adaptación de la Agricultura al Cambio Climático”, es fundamental que exista una transformación masiva en las prácticas agrícolas orientadas a la conservación de suelos y agua, los beneficios de la labranza mínima y la no quema de los cultivos.
La creciente y recurrente cantidad de fenómenos naturales que han afectado al país en los últimos años implican millonarias pérdidas macroeconómicas que debilitan los territorios, un ejemplo de ello se traduce en la pérdida de miles de extensiones de tierra fértil; los daños en la infraestructura vial, en la vivienda, educación, salud entre otros.
La masificación de las buenas prácticas agrícolas, de acuerdo con el titular, harían más resistentes las parcelas y se lograría una transformación del ecosistema y paisaje que a su vez reduciría los impactos de estos fenómenos no solo en el agro, sino en el resto de sectores: “Una parcela que no utiliza buenas prácticas va a perder muchos suelo y eso sedimenta muchos puertos”, expresó.
En el pasado ya se han realizado muchas acciones focalizadas que han dado buenos resultados, añadió el titular, pero en este caso no aplica el dicho del que “mucho abarca, poco aprieta”.
Más bien Rosa Chávez es de la idea que si se quiere reducir pérdidas y daños como los que se están registrando, hay que masificar las buenas prácticas en la agricultura para transformar radicalmente el paisaje.
“Una finca no me transforma el paisaje. La propuesta es que identifiquemos una dos o tres prácticas y que seamos ambicioso en cuanto a los resultados”, apuntó.