Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN
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San Salvador, 16 de mayo de 2016.
Al retirar a nuestro embajador ante Brasil y, expresar públicamente su disconformidad con los
procesos constitucionales y judiciales de dicho país, El Salvador ha faltado a
los principios que rigen la OEA y la Carta Democrática Interamericana
y, más grave aún, es que lo ha hecho, siguiendo
los lineamientos de una potencia extranjera, Venezuela. Al faltar a dichos
principios, ha afectado la soberanía interna de El Salvador, en relación a su
mandato constitucional y al desconocer al legítimo Gobierno del Brasil, por
cuestiones ideológicas, lesiona la soberanía de dicho país.
El Artículo 1° de la Carta Democrática Interamericana dice: «Los pueblos de América tienen
derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y
defenderla». En tal sentido, todo acto realizado en apego al orden
constitucional de Brasil, debe ser respetado por todos los Estados miembros de
la OEA y, si hubiese alguna situación de grave alteración del sistema
constitucional, debería aplicarse el Artículo 20° de dicha Carta, y proceder
dentro del seno de la OEA. No lo han hecho los Gobiernos ni de El Salvador, ni
de Venezuela
Débese entender que la representación de que gozan el Señor Presidente de la República y sus
Ministros, es dentro de los intereses propios del pueblo salvadoreño, en apego
estricto al orden Constitucional e Internacional vigente. Las simpatías
partidarias, a favor del Socialismo del Siglo XXI, obedeciendo
peticiones del Gobierno de Venezuela, quedan fuera de toda
consideración válida, el ciudadano salvadoreño: han alterado el orden Constitucional salvadoreño,
tanto el Presidente como su Canciller.
La Carta Democrática Interamericana, resulta vinculante para los Estados Miembros, en virtud de la
“opinio juris”, esto significa que los Estados aceptan y reconocen
como uno de sus principios fundamentales, el fortalecimiento de la Democracia representativa y, la aplicación de las
diferentes contralorías de poder, considerando además, que la democracia es el
único sistema válido. La suspensión de la Presidenta Dilma Rousseff por 180
días, es precisamente por haber realizado actos contrarios al sistema
democrático brasileño, declarado así,
luego de los respectivos procesos en la Asamblea y en el Senado.
En vista de que las relaciones exteriores de El Salvador, están siendo regidas por intereses
políticos partidarios, la Asamblea Legislativa, puede recomendar que se
normalicen las relaciones con Brasil, antes que éstas se deterioren. Hemos
visto otros serios errores diplomáticos: Preferir el Frente Polisario por sobre
Marruecos, nuestro tradicional canal de comunicación diplomática con el mundo
árabe; esta preferencia, se debe a la línea revolucionaria y separatista del
Frente Polisario, que pretende segregarse de Marruecos. Hemos preferido a
Palestina, por la ayuda que dio la OLP
al FMLN, durante su lucha armada, sin atender nuestras relaciones diplomáticas
tradicionales con el Estado de Israel. Ahora preferimos seguir las decisiones
políticas de Venezuela, por la relación partidaria del FMLN con el ALBA.
El Salvador también manipuló al ex – Secretario General de
la OEA, José Miguel Insulza, involucrando a esta entidad internacional, en un proceso de tregua, que no sólo
fue fraudulento, sino ilegal, e inconstitucional.
Todos estos errores políticos, perjudican las relaciones internacionales de nuestro país y
considerando que no debemos intervenir en los asuntos internos de otro
Estado, muy conveniente sería que se restableciesen las relaciones con Brasil. La simpatía
existente entre quienes creen en el Socialismo del Siglo XXI, no debe de
traspasar las fronteras de quienes las sostienen, pues de hacerlo, se
estaría interfiriendo con
la soberanía de otra nación latinoamericana. La visión geopolítica del ALBA, es
nociva para la unidad latinoamericana, dentro del seno de la comunidad
continental.
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