Sistemas de almacenamiento de agua para regadío, como éste en un campo de Honduras, hacen parte de iniciativas y programas que la FAO y el Sistema de Integración Centroamericana se proponen potenciar en beneficio de la producción de alimentos en el empobrecido Corredor Seco de América Central. Imagen: FAO
PLACENCIA, Belice – Los países de América Central y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) firmaron un nuevo pacto de cooperación para ayudar a transformar los sistemas agroalimentarios en el extenso y empobrecido Corredor Seco del istmo.
El acuerdo “suma esfuerzos de cooperación para ampliar las inversiones y las soluciones sostenibles en el gran territorio del Corredor Seco”, dijo el subdirector general y representante regional de FAO para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin.
El objetivo es “apoyar a los países en la trasformación de la agricultura, para que sea más resiliente y adaptada al cambio climático y, a su vez, generando alimentos y más oportunidades de empleo e ingresos, basadas en sistemas de producción sostenible”, añadió el responsable de la FAO.
El acuerdo fue suscrito por Lubetkin y Werner Isaac Vargas Torres, secretario general del Sistema de Integración Centroamericana (Sica), del que hacen parte Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y la República Dominicana.
Un primer campo que cubre el acuerdo es la colaboración para promover determinantes económicos, sociales, ambientales y culturales de la seguridad alimentaria y nutricional en los países miembros del Sica.
Además, se busca facilitar el intercambio de conocimientos y experiencia en temas como agricultura resiliente al cambio climático, y la gestión sostenible de los recursos naturales, incluyendo el agua, la tierra, los bosques y la biodiversidad.
Lubetkin, quien habló ante la 57 reunión de jefes de Estado y de gobierno del Sica, recordó que “la seguridad alimentaria y la nutrición se han consolidado como ejes centrales en las agendas de desarrollo de todas las regiones del mundo con acciones notables, que nos demandan promover una mayor cooperación”.
El énfasis está en garantizar un sector agrícola que no sólo satisfaga las necesidades de producción de alimentos, sino que también contribuya a restaurar la integridad de los ecosistemas, dando prioridad a la integridad de los bosques y a la adaptación y mitigación frente al cambio climático.
El Corredor Seco es un tramo de tierra de 1600 kilómetros de largo y de 100 a 400 de ancho que recorre el istmo, principalmente recostado del océano Pacífico, desde el noroeste de Panamá hasta el sudoriental estado mexicano de Chiapas.
En total ocupa 35 % del espacio centroamericano y en sus áreas más castigadas por la escasez de agua y fenómenos meteorológicos extremos viven casi 11 millones de personas, expuestas al doble mal de una agricultura deficiente en términos productivos y ambientales, y de una inseguridad alimentaria a menudo crítica.
La mayoría de los pequeños productores agrícolas vive en la pobreza y son una fuente constante de migración hacia zonas urbanas y al extranjero.
La FAO aspira a que el acuerdo con el Sica, junto con proveer nuevas oportunidades para la producción y vida de los agricultores y consumidores, sirva como modelo para la cooperación regional y demuestre compromisos para abordar los desafíos a los que se enfrentan los sectores agrícola, alimentario y ambiental en la región.
Lubetkin recordó al respecto que América Latina y el Caribe sufre el impacto de una serie de crisis que han incidido en el aumento del hambre y la malnutrición en todas sus formas.
La inseguridad alimentaria en la región aumentó en casi 100 millones de personas y el número de quienes sufren hambre pasó de 43,3 millones a 56,5 millones entre los años 2019 y 2021.
La desigualdad de ingresos entre los habitantes de la región, el cambio climático y una crisis económica generalizada, han sido los factores preponderantes en esta situación que tratan de abordar los nuevos acuerdos de cooperación.
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