Redacción y fotografía Edwin Linares
En el camposanto Santa Isabel de la ciudad de Santa Ana ya descansan en paz los restos mortales
de quien en vida fuera Mattew Sammer Cuéllar Martínez, hijo del periodista de la revista e
informativo Matices El Salvador.
Un mes con tres días le duró la vida sobre la tierra al hijo del comunicador, tras pasar hospitalizado
desde el día martes 11 de noviembre en el hospital San Juan de Dios de Santa Ana. El suplicio de
los padres de Mattew comenzó ese día en horas de la madrugada cuando fue llevado de
emergencia a ese nosocomio, tras haberse puesto amarillento. Sin embargo, el menor no
presentaba fiebre.
Incluso ese día, el bebé pasó relativamente tranquilo pero esa misma noche su estado empeoró,
según los médicos, quienes lo llevaron a la unidad de cuidados intensivos mientras su madre,
Karen Martínez, de 23 años de edad, andaba recogiendo unos exámenes médicos que le habían
aplicado a Sammer. El menorcito fue entubado.
A partir de ese momento comenzó su lucha contra la muerte. Los médicos especialistas le
argumentaban al padre del niño que tenía una bacteria alojada en los pulmones, hígado y que
luego le afectaría a los riñones, la cual supuestamente había sido provocada por la enfermedad
conocida como fiebre de chikungunya; aunque el infante nunca presentó síntomas como fiebre
alta o erupciones en la piel.
Los especialistas en el sistema público de salud laboran de lunes a viernes. Esto lo comprobó
Cuéllar durante ese proceso de ver a su hijo muriendo lento. Cerca de las 2:00 de la madrugada del
día domingo 16 de noviembre, un paro respiratorio terminó acabando con la vida de Mattew. La
falta de galenos especialistas terminó de generar las condiciones para que el menor perdiera esa
batalla por sobrevivir. Durante ese proceso doloroso, el periodista constató la muerte de dos
menores más, una niña de casi 7 años y otra recién nacida, a quienes les diagnosticaron la misma
causa de muerte: chikungunya.
El sepelio
El lunes 17 de noviembre era la fecha que había pautado una ultrasonografía para que Mattew
naciera, pero eso no fue así. Ese lunes por la mañana sirvió para enterrar al niñito, quien dentro de
su féretro parecía estar dormido con una sonrisa puesta en sus labios. Familiares, amigos,
compañeros de trabajo, agentes policiales y un candidato por la alcaldía de Santa Ana llegaron al
sepelio. Muchos de los acompañantes llevaban un globo blanco en sus manos como símbolo de la
inocencia que representa la muerte a tan corta edad.
La hora más difícil había llegado. Luego de canticos religiosos, lágrimas y palabras de dolor,
resignación y agradecimiento, Mattew fue dejado en su última morada. Junto a él, en otras
tumbas se podía leer nombres de niños que también habían fallecido a pocos meses de haber
nacido.
Los padres de Mattew o Mateo en español-Regalo de Dios, nombre bíblico-le piden a las
autoridades de salud que les den una respuesta del porqué los fines de semana mueren muchos
niños recién nacidos en el Hospital San Juan de Dios y del porqué no hay médicos especialistas.