Cuba celebra la Primera Conferencia Nacional del PCC, vista por gran parte de la población con escepticismo e incluso indiferencia, pero también con ciertas expectativas por la esperanza de nuevos cambios.
Fiel a su tradicional hermetismo, el régimen La Habana no ha dado aún muchas pistas al respecto. Y en un país que carece de las clásicas formas de opinión pública, el cónclave ha levantado expectativas difíciles de descifrar en la sociedad cubana.
Mientras importantes actores sociales como la Iglesia Católica piden cambios políticos, el debate en torno a la Conferencia parece pasar desapercibido para el ciudadano común. El escepticismo es habitual en una sociedad que ha vivido en varias ocasiones aparentes cambios y la posterior marcha atrás, como durante el proceso de «Rectificación de errores» del ex presidente Fidel Castro en los 80.
Raúl Castro: «no hay que hacerse ilusiones”
Su hermano Raúl restó recientemente importancia a posibles esperanzas de un anuncio de cambios políticos. «No hay que hacerse tantas ilusiones con la Conferencia, que ha levantado tantas expectativas», dijo el actual presidente cubano al margen de la visita en La Habana de su homólogo iraní, Mahmud Ahmadineyad.
El menor de los Castro apuntó al VI Congreso del PCC celebrado en abril de 2011, que institucionalizó el programa de apertura económica de la «actualización». «El Congreso es lo definitivo», agregó, la Conferencia es sólo una «cuestión interna del Partido».
Los temores de sectores opositores apuntan también en ese sentido. El llamado Documento Base preparado para la Conferencia no contiene indicios de la «actualización política» que piden por ejemplo representantes religiosos.
Convertida en un importante actor social y el principal interlocutor del régimen en los últimos tiempos, la Iglesia Católica aboga por cambios políticos de mayor calado que permitan la pluralidad democrática.
Pese a las esperanzas de algunos observadores en medio del proceso de reformas, la Conferencia representa para otros lo que consideran los viejos mecanismos de poder del castrismo. El debate no parece haber llegado a la sociedad. Encapsulado en el habitual lenguaje burocrático del PCC, el Documento base no causa confianza entre los sectores opositores marginados de la vida política.
«Ni siquiera en la TV estatal se percibe entusiasmo»
«Ni siquiera en la televisión estatal se percibe entusiasmo por el evento», señalaba recientemente también la bloguera Yoani Sánchez, una de las caras más conocidas y críticas de la disidencia. Otros, sin embargo, creen que en la madurez de las actuales circunstancias.
La Conferencia «constituye la última oportunidad para la generación histórica de la Revolución cubana de acometer reformas profundas y duraderas», apuntaba Lenier González, viceeditor de la revista «Espacio Laical», cercana a la Iglesia.
El propio Raúl Castro reconoció en el VI Congreso la necesidad de preparar el relevo generacional en las altas cúpulas de poder. «No somos los perfectos los que estamos ahí, pero es lo que podemos hacer por ahora», dijo en abril de 2011 tras presentar sólo tres nuevas caras en el Buró Político. El presidente, de 80 años, ha declarado la renovación de las filas del PCC como una de las tareas prioritarias.
El régimen no ha despejado hasta el final las incógnitas sobre la Conferencia. «La renovación es indispensable en todo», dijo únicamente el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, hace unos días. El veterano político de 74 años no dio sin embargo detalles sobre posibles avances en la agenda del cónclave.
dpa
Editor: Pablo Kummetz
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