Al menos 14 personas murieron y otras 36 resultaron heridas hoy (11.10.2016) después de que varios insurgentes abrieran fuego en el interior de un templo de la minoría musulmana chií en Kabul, donde una multitud de fieles celebraban una de sus festividades más importantes, informó el Ministerio del Interior afgano.
«Según la información disponible 14 personas, incluido un policía, murieron y otras 36 personas, entre ellas tres policías, resultaron heridas», declaró el portavoz del ministerio de Interior afgano, Sediq Sediqqi. El portavoz aclaró además a través de su cuenta oficial de Twitter que el ataque concluyó con la muerte de al menos «un terrorista que tomó parte» de la acción insurgente.
Sediqqi dijo también que la cifra de víctimas podría aumentar y confirmó que el agresor fue ultimado a tiros en torno a las 22:00, hora local. Inicialmente Sediqqi se había referido a tres atacantes.
Un miembro del servicio de emergencias del ministerio de Interior, que solicitó el anonimato, había explicado con anterioridad a la agencia EFE que al menos dos insurgentes abrieron fuego contra los fieles que se congregaban en el templo. Después se confirmó que el hombre armado ingresó al lugar en torno a las 19:30 y comenzó a disparar contra los fieles que rezaban, explicó el portavoz del Ministerio del Interior.
Debido a la proximidad de la festividad Ashura, el mayor santuario de la ciudad en el barrio de Kart-e Sakhi registraba una fuerte concurrencia.
Al conocerse la entrada de los insurgentes en el recinto religioso, una veintena de ambulancias se situaron en el exterior del templo para trasladar a los heridos, anotó un portavoz del Ministerio de Salud Pública afgano, Ismail Kawusi.
El templo donde se produjo el ataque es uno de los centros religiosos más importantes para los chiíes en Afganistán y donde miles de personas se encontraban reunidas para celebrar la festividad musulmana de Ashura. La Policía de Kabul, que acordonó el área de inmediato, había aconsejado la semana pasada a los miembros de la comunidad chií en la capital afgana que evitasen participar en eventos públicos como marchas o rezos ante posibles ataques.
Y es que en julio, un ataque de miembros del grupo yihadista Estado Islámico contra manifestantes de la minoría chií hazara acabó con la vida de 80 personas y dejó más de 200 heridos.