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La Riqueza de las Naciones

Por Mario Duarte.

 

 

No voy a escribir sobre The Wealth of Nations de Adam Smith, bueno al menos no de la forma en que escribió el ínclito escocés sobre el hombre en su megalómana y genial obra, seré breve y concreto como suele redactarse todo artículo.

     Creo con suma enjundia que la verdadera riqueza de toda nación, país o pueblo (son conceptos muy distintos en Ciencias Políticas y en Ciencias Sociales, pero por motivos de familiaridad los trato en cierta forma como sinónimos para los fines de estas líneas), es su gente, ese elemento “humano” verdaderamente “humano” que hace que las sociedades lo sean y que se constituyan en férreas columnas de la evolución moral e intelectual del hombre.

    Un pueblo ignorante, es presa fácil de eso que José Ingenieros llamó en El Hombre Mediocre “sombras” y “yagos”; es decir, imitaciones de hombres medianos y de malvados traidores a su especi.  Un pueblo instruido, racional y tolerante, es el antecedente inmediato de la grandeza de su país. Mientras un niño crezca a partir de sus cinco años leyendo las obras elementales de su nación, leyendo la historia valiosa de su nación, aprendiendo la pululante lengua de su nación, leyendo las grandes obras literarias y filosóficas de la humanidad y  aprendiendo las leyes básicas o elementales de la vida y la naturaleza, habrá futuro para su tierra.

     Hombres ansiosos del saber, la paz y la educación, jamás podrán ser vulgarmente manipulados por ignorantes, demagogos, populistas, mediocres y vergüenzas de la especie. Buscarán siempre la verdad de su destino y el de sus conciudadanos, lucharán por amalgamar sus valores y sapiencia en esa estructura fortísima e indestructible llamada “República”.

     Las revoluciones son en ciertos momentos de la Historia verdaderamente indispensables, y en nuestro pequeño país TIENE que iniciarse una verdadera y frontal revolución, la “revolución del estudio, la cultura, la educación y el saber”, no sólo para mejorar nuestro desarrollo económico e industrial, sino para cambiar tajantemente nuestra situación moral e intelectual presente.

     El Salvador ha sido un adalid de la cultura en Centro América. Nuestra Universidad Nacional llegó a ser la mejor de Centro América y El Caribe antes de 1960, debemos imperiosamente desidiologizar nuestra casa principal del desarrollo humano y exigir que el actual gobierno invierta en ella y también en todas las universidades privadas como lo “juró”

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