El reciente anuncio de Médicos Sin Fronteras (MSF), el 7 de marzo, sobre la orden del Gobierno de Panamá de suspender su atención a los migrantes en la selva del Darién, una ruta migratoria crucial, ha resonado ampliamente en las redes sociales y ha levantado alarmas entre organizaciones humanitarias internacionales. Esta selva, que separa Colombia y Panamá, es un corredor clave para aquellos que buscan llegar de Sudamérica a Estados Unidos.
MSF reveló que Panamá argumenta la falta de un convenio de colaboración actualizado con el Ministerio de Salud como razón para esta suspensión. Según MSF, intentó sin éxito renovar este convenio desde octubre de 2023. Esta situación surge en un momento en que la organización ha reportado un alarmante incremento en los casos de violencia sexual en esta ruta, describiendo incidentes de una brutalidad sin precedentes. En una semana de febrero, MSF atendió a 113 víctimas de agresión sexual, incluyendo a niños, lo que representa casi el doble de la media mensual de casos atendidos en 2023.
Al día siguiente del anuncio de MSF, el Ministerio de Salud de Panamá emitió una aclaración indicando que el convenio con MSF finalizó el 31 de diciembre de 2023, lo que, oficialmente, deja a la organización sin autorización para realizar actividades de salud bajo dicho acuerdo. Ese Ministerio también señaló que había solicitado información completa sobre los casos de agresión sexual denunciados, pero recibió respuestas incompletas y tardías, y subrayó la obligación de cumplir con la normativa vigente en la notificación y entrega de informes de pacientes.
Deutsche Welle se ha puesto en contacto con Médicos Sin Fronteras, que, por el momento, no da declaraciones y remite al comunicado emitido.
DW también ha intentado contactar a las autoridades panameñas, sin éxito hasta la fecha.
Preocupación por políticas del Gobierno panameño
Elías Cornejo, coordinador de Fe y Alegría, una oenegé activa en la región del Darién, expresa a DW su preocupación ante la suspensión de actividades, por el impacto que esta tiene, tanto en los migrantes como en el trabajo de su propia organización. Compara la situación con «caminar sobre vidrio, descalzos», reflejando la tensión en la colaboración con las autoridades de Panamá.
Cornejo reconoce los esfuerzos del gobierno para atender la crisis humanitaria y los desafíos de gestionar una crisis de magnitud regional dentro del ámbito nacional. Sin embargo, expresa críticas hacia ciertas políticas gubernamentales. En particular, menciona la complejidad que enfrentan las organizaciones sociales para cumplir con las demandas gubernamentales de reportes y evidencias en casos de violencia sexual. «Son mujeres que han sido violadas hace ocho o nueve días. Qué pruebas pueden presentar cuando has pasado por el río, por la lluvia, por la humedad», dice en entrevista con DW.
Elías Cornejo también rechaza las acusaciones gubernamentales hacia las oenegés sobre que «los organismos facilitamos el trabajo de las bandas delincuenciales y fomentamos la migración». Esta crítica se refleja en un comunicado emitido por Fe y Alegría, junto a otras organizaciones religiosas, en respuesta al conflicto entre Médicos Sin Fronteras y el gobierno. En él, instan a las autoridades a reconsiderar el enfoque de manejar la migración como un asunto de seguridad en lugar de como una crisis humanitaria.
En septiembre de 2023, el Gobierno de Panamá declaró estar al borde de su capacidad de respuesta ante el creciente flujo migratorio, y anunció medidas como la eliminación de controles y asistencia en ciertos municipios fronterizos, así como el aumento de deportaciones.
Una ruta cada vez más peligrosa
En 2023, más de 520.000 personas cruzaron en el último año, de las cuales 120.000 eran niños. Esto marca un aumento de la cifra total de migrantes del 109% con respecto a 2022. Las proyecciones indican que la cifra podría ser aún mayor este año, y ya son más de 80.000 las personas migrantes que han atravesado el paso en los primeros meses de 2024.
Pero no solo el incremento de migrantes presenta desafíos significativos para las organizaciones humanitarias que brindan apoyo a los migrantes a su llegada a Panamá.
“El perfil de la gente que hace esa travesía ahora es aún más vulnerable que el de las personas que veíamos hace dos años, hace 1 año», señala a DW Margarida Loureiro, Representante Adjunta de ACNUR en Panamá.
Asistencia médica crucial
Y también el riesgo de los migrantes de caer en manos de bandas criminales que operan en el Darién ha crecido. «Tres de cada cinco personas entrevistadas por ACNUR reportaron haber sufrido malos tratos y abusos, incluso abusos sexuales durante su viaje a través del Darién», dice Loureiro.
Estas personas, especialmente las víctimas de violencia sexual, necesitan asistencia médica, un servició que hasta ahora brindaba MSF, como confirma en una declaración por escrito a DW Sandie Blanchet, representante de UNICEF en Panamá: «MSF proveía servicios esenciales para salvar vidas a las personas de las comunidades indígenas locales y a las personas migrantes. Desde UNICEF nos preocupa que el cierre de sus servicios los afecte a todos.»
Bram Ebus, consultor del Internacional Crisis Group, hace un pronóstico sombrío para el 2024, afirmando que los migrantes estarán más solos y expuestos a riesgos sin la asistencia de MSF: «Estamos hablando de una diferencia entre vida y muerte», advierte.
(cp)