El pasado 03 de Julio se suscitó una de las peores tragedias en nuestro país, en donde perecieron un aproximado de 30 personas cuando un autobus con miembros de la Iglesia Elim, fué arrastrado por la crecida de una quebrada en la colonia Málaga en San Salvador.
Ante los comentarios vertidos ante el lamentable suceso, el pastor Mario Vega, ofrece su comentario a continuación:
Haciendo uso de la facultad intrínseca que todo ser humano tiene de errar, el Jefe de Información de un matutino salvadoreño, que no es El Diario de Hoy, escribió un artículo donde afirmaba que las personas que perecieron en la Colonia Málaga en el hundimiento de un autobús, el pasado 3 de julio, ‘no quisieron salir de la cabina mientras la altura del agua aún lo permitía’. Con ello sugería bastante claramente que las personas se convirtieron en víctimas de su propio providencialismo religioso.Una buena teoría a no ser por dos hechos: Primero, es casi imposible escapar al desbordamiento del Arenal Montserrat. El Ingeniero hidrólogo Carlos Montenegro describe el desbordamiento a la altura de la Colonia Málaga como un tsunami de 12 a 14 metros de ancho por 5 metros de altura viajando a una velocidad de 30 kilómetros por hora. Tal fue el torrente que golpeó al autobús sobre la calle a Montserrat, lo hizo retroceder, lo arrastró y finalmente lo desmenuzó. No hubo ningún momento en que las personas abordo pudieran haberse bajado.El segundo hecho es que durante los aproximadamente 18 minutos que tardó el autobús en ser engullido por el desborde se hicieron muchas llamadas a los números de emergencia, llamadas a familiares, intentos de esos familiares por acercarse al autobús, solicitud de auxilio a los vecinos, subida al techo del autobús en busca de salidas, búsqueda de lazos y cuerdas para ayudar. Eso es mucho más que el ‘Rezaron. Solo rezaron’ que, ajeno a la realidad, el artículo menciona.Pasando del desconocimiento a la temeridad el periodista también se atrevió a emitir un juicio sobre la subjetividad de las personas en el autobús al afirmar que ‘no quisieron salir.’ Con ello juzgó los fenómenos volitivos de 31 personas a quienes nunca tuvo el gusto de conocer, cuyos valores le son desconocidos y cuyo concepto sobre la relación entre providencia divina y responsabilidad humana le es ajeno.No obstante, a pesar de tan desafortunados comentarios el periodista de marras ha tocado un tema importante cual es el del providencialismo. Pero en éste caso el providencialismo no es de tipo religioso sino institucional. La explicación dada por el señor Alessandro Correra que la tragedia fue una conjugación de hechos contingenciales es una revelación de perogrullo. De esa manera, es posible explicar no solamente la tragedia pasada sino todas las por venir. Que todas las tragedias son una conjugación de hechos fortuitos será siempre verdadero.Ya el Ingeniero Montenegro, que ha consagrado su vida al estudio de las cuencas salvadoreñas principalmente las capitalinas, había desechado la ‘teoría del tapón’ inmediatamente después de producida la tragedia. Y después de la comparecencia donde el señor Correa reiteró dicha explicación la calificó de ‘payasada’.El darnos por enterados de la explicación del señor Correra no significa que los ciudadanos estemos satisfechos con la versión, como parece suceder con varios funcionarios y no sabemos si con la Comisión de Asuntos Municipales de la Asamblea Legislativa ante quien aquél testificó.Si la única explicación que los responsables pueden dar de la tragedia es la contingencia, entonces, nos encontramos acá ante la más nítida expresión de providencialismo que se pueda concebir. Y es un providencialismo que no tiene nada que ver con lo religioso. He aquí suficiente material para nuestro amigo periodista que hoy no tendrá por qué imaginar ni temer el cometer un nuevo desaguisado. Hoy las declaraciones son suficientes. Y si así son las cosas ¡Que Dios nos guarde de la próxima contingencia que vendrá! Y que nos guarde también de aquellos que adjudican todo a la providencia y nada a la responsabilidad humana.