Por Rafael Basagoitia
Hace muchísimos años, un joven recién casado estaba sentado en un sofá
en un día caluroso y húmedo, bebiendo jugo helado durante una visita
a su padre. Mientras conversaba sobre la vida, el matrimonio, las
responsabilidades y las obligaciones de las personas adultas, el
padre revolvía, pensativamente los cubos de hielo de su vaso y lanzó
una mirada clara y sobria hacia su hijo. «Nunca olvides a tus
amigos», le aconsejó, «serán más importantes en la medida en que
vayas envejeciendo». «Independientemente de cuanto ames a tu familia
y los hijos que por ventura vayas a tener, tu siempre necesitarás de
amigos. Recuerda ocasionalmente salir con ellos, realiza actividades
con ellos, telefonéalos…»
«¡Que extraño consejo!», pensó el joven. «Acabo de ingresar al mundo
de los casados, soy adulto y con seguridad mi esposa y la familia que
iniciaremos serán todo lo que necesito para dar sentido a mi vida».
Con todo, él obedeció a su papá; mantuvo contacto con sus amigos y
anualmente aumentaba el número de ellos. Con el pasar de los años, él
fue comprendiendo que su padre sabía de lo que hablaba. En la medida
en que el tiempo y la naturaleza realizan sus designios y misterios
en un hombre, los amigos resultaron baluartes de su vida. Pasados los
50 años de vida, he aquí lo que aprendió: El tiempo pasa. La vida
continúa. La distancia separa. Los niños crecen. Los hijos dejan de
ser niños y se independizan. Y a los padres se le parte el corazón
pero los hijos se van separando de los padres. Los empleos van y
vienen. Las ilusiones, los deseos, la atracción , el sexo…se
debilitan. Las personas no hacen lo que deberían hacer. El corazón
se rompe. Los padres mueren. Los colegas olvidan los favores. Las
carreras terminan. Mas, los verdaderos amigos siempre están ahí, no
importa a cuánto tiempo o a cuantos kilómetros se encuentren. Un
amigo nunca está más distante que el alcance de una necesidad,
haciendo barra por ti, interviniendo a tu favor, esperándote de brazos
abiertos o bendiciendo tu vida. Cuando iniciamos esta aventura
llamada VIDA, no sabíamos de las increíbles alegrías o tristezas que
estaban delante. No sabíamos de cuanto necesitaríamos unos de otros.
Ama a tus padres, cuida a tus hijos pero manten un grupo de buenos
amigos. Dialoga con ellos pero no impongas tus criterios