
De los apuntes de Roberto Reyes para El Pais
En las Fiestas Julias habían grandes festejos populares, comenzando con el Correo, carrozas, todos los días, coheterías, las ruedas instaladas en el Parque Colón, serenatas a Señora Santa Ana, las “entradas” de las parroquias, alboradas, desfiles, carreras de caballo y de cinta en el Modelo y bailes, las ferias del dulce, exposiciones ganaderas y todo culminaba con gran procesión de Señora Santa Ana el 26 de julio que presidida por las autoridades civiles y militares recorría las calles de la ciudad hasta entrada la noche, aún bajo los fuertes aguaceros propios de la época. Por las tardes se iba a montar en las ruedas o se iba a Chalchuapa a comer yuca con chicharrón y más tarde a prepararse para el baile.
En el casino Santaneco se celebraban los grandes bailes de presentación de rigurosa etiqueta de las señoritas en sociedad, que eran famosas en toda Centroamérica. Con la asistencia de la “crema” de San Salvador. Allí llegaban a “estrenarse” señoritas de San Salvador, Ahuachapán, Sonsonate, Guatemala y hasta de los Estados Unidos. Entre ellas se elegia y coronaba a la Reina de las Fiestas Julias. A ese baile asistieron algunos presidentes de Guatemala. Un día estaba reservado para los militares con desfiles, piñatas, carrozas, pólvora y en la noche el baile con la elección de la Reina de los Militares a la que coronaba el presidente de la República que siempre asistía e iniciaba el baile con la Reina. En estas fiestas de pues de cada tanda todos aplaudían y del bracete daban vueltas alrededor del salón conforme las agujas del reloj para saludar a las suegras o a las chaperonas. Ninguna muchacha llegaba a la fiesta sin Chaperona. Estos bailes los amenizaban, las orquestas de Lito Barrientos, Paco Palaviccini, Luis Alonso Polio o los violines de Bertoldo Brett. Antes de ellos estuvo la Nimá Quiché, la Mecca con el Chele Douglas en la batería, y la Marimba del Chele Cuca. Había bailes todas las noches durante 10 días.
El Club Atlético Occidental le hacían la competencia al Casino, con suntuosos bailes y conciertos bailables al mediodía con la marimba del maestro don Tanis lechuga. De ahí se veían pasar todas las carrozas. Todo terminaba con el gran baile de disfraces del Casino que se iniciaba con un desfile de los disfrazados, precedidos por la orquesta alrededor del parque, lleno de espectadores que aplaudirían los mejores disfraces. En el baile también se premiaban a los mejores disfrazados y se servía cena a todos los presentes.
Después de los bailes comenzaban las serenatas, comenzando para la serenata que don Carlos de Ezeta, presidente de la República quién le mandó a dar con la Orquesta de los Supremos Poderes a la señorita Luz Regalado, hermana del General Tomás Regalado, con motivo de su compromiso con el doctor Francisco Antonio Reyes. Algunas serenatas eran con tríos de guitarristas, otras con orquetas completas, hasta acarreaban el piano en carretones. Algunos serenateros montaban un bar en la esquina con mesa, mantel y bar tender. Sí se les acababa el wiskey acudían a los estancos para aperarse y seguían hasta que salía el sol y de algunos bailes se iba en directo la primera misa de Catedral.
A media cuadra del parque estaba el comedor Mayerling, en un zaguán de mala muerte, donde vendían cerveza pupusas y panes con chumpe, siempre lleno de borrachines, pero a donde pasaban los niños bien a comer algo en la madrugada. En algunas esquinas, las ventas del chuco atole. También durante las Fiestas Julias del Casino se iban con las muchachas a comer pan con chumpe a las champas del Colón. En ese tiempo todo era muy seguro y había mucho respeto