Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 12 de febrero de 2021.
Vive El Salvador, guerra de opinión pública, deformando los hechos políticos, con la clara intención de engañar al ciudadano y, obtener favorable opinión pública, con vista a las elecciones, a final de mes.
El viaje de Nayib Bukele a Estados Unidos, tuvo el propósito de que se comprobase el apoyo incondicional hacia su persona, contrarrestando así, los efectos de “la Lista Engel” pero el resultado fue negativo: seguramente, ni la Canciller salvadoreña, ni la Embajadora en ese país, le advirtieron las consecuencias negativas, de un viaje oficial, encubierto de privado, sin los debidos protocolos diplomáticos, con la esperanza de forzar situaciones muy complejas, que ofreciesen oportunidad para obtener una foto, que sería usada publicitariamente, en El Salvador.
Ante el fracaso en Estados Unidos y, pretendiendo mantener su imagen ante sus seguidores, convoca al Cuerpo Diplomático acreditado en el país, ante el cual, expone la “conspiración de Golpe de Estado en su contra”, sin explicar el motivo de la pieza de correspondencia a la Asamblea Legislativa, solicitando de él, su evaluación mental, velando por la estabilidad nacional, frente a los desvaríos e incongruencias, del Presidente de la República.
La propuesta del Diputado Velásquez Parker, con apoyo de la bancada del FMLN, es perfectamente legítima, pero su rechazo, por otros diputados opositores, pone en entredicho la unidad de la oposición, dando aliento a Bukele, para señalar un Golpe de Estado. Las acusaciones de Mauricio Funes desde Nicaragua, rompen su condición de asilado político, pero manifiestan que el país, necesita actuaciones razonables y coherentes.
Si durante la pandemia, se prohibía el ingreso de salvadoreños desde el exterior, se capturaba a ciudadanos, que por necesidad salían, siendo llevados a centros de “contención” (canceles disfrazadas), sin atender los Habeas Corpus en su favor, pero Nayib Bukele, según se reveló recientemente, en un programa vespertino de opinión, viajaba libremente a los Estados Unidos; corroborase también, el reciente viaje a Estados Unidos, sin haber sido recibido oficialmente, negándolo ahora: denota la falta de coherencia y, la veracidad de las declaraciones de un Presidente, dejando en claro, que debe de ser substituido por el Vicepresidente quien, hasta la fecha, siempre ha dado visos de realismo y coherencia, en sus acciones y planteamientos.
La presencia y apoyo del Cuerpo Diplomático, es al país, a su institucionalidad y a sus representantes (al Gobierno en su integralidad y no, en exclusividad al Ejecutivo) pero la presidencia lo ha interpretado, como apoyo incondicional a Nayib Bukele, en su persona, siendo el respaldo al Estado de Derecho del país, basándose en el principio de autodeterminación de los pueblos.
Si Bukele no actúa, en contra de las personas que ha señalado como golpistas, quedará ante sus seguidores, como mentiroso, carente de poder; si lo hace, será un dictador. Hasta el momento, la Fiscalía General de la República, tiene investigación por los hechos del 9 de febrero de 2020 y el Ejecutivo, no ha entregado a la Fiscalía, pruebas del Golpe de Estado explicado por Bukele. La Fiscalía es la única que puede determinar la existencia de un delito, en base al Artículo 193, Inc. 2° Cn: “Promover de oficio o a petición de parte la acción de la justicia en defensa de la legalidad y de los derechos humanos tutelados por la ley”.
La manipulación de la percepción de la opinión pública, está siendo más nociva que los mismos hechos: es necesario que exista desde el Ejecutivo, coherencia y responsabilidad, pues la situación financiera nacional, se ve afectada por cada acción que realiza el Presidente, poniéndose en riesgo la estabilidad nacional y nuestras relaciones internacionales.