Las remesas familiares se han convertido en uno de los pilares económicos más importantes de El Salvador. Con más de 2 millones de salvadoreños viviendo en el exterior —la mayoría en Estados Unidos— el dinero que envían a sus familias ha transformado el panorama económico, social y hasta cultural del país.
Una Fuente Vital de Ingreso
En 2024, las remesas superaron los $8,000 millones, representando más del 25% del Producto Interno Bruto (PIB) salvadoreño. Este flujo constante de dinero ha permitido a millones de hogares acceder a una mejor calidad de vida: se invierte en alimentación, educación, salud, vivienda y pequeños emprendimientos. En muchas zonas rurales, son la principal o la unica fuente de ingresos familiares.
Transformación del Consumo
Este ingreso externo ha modificado patrones de consumo en el país. Las remesas no solo cubren necesidades básicas, también permiten adquirir bienes duraderos, remodelar viviendas y costear estudios universitarios. Sin embargo, esta dependencia también ha generado un fenómeno conocido como “consumo importado”, donde muchas familias optan por productos importados frente a los nacionales, especialmente porque el tratado de libre comercio con China y sus precios con los que no puede competir, ha desplazado los productos artesanales aún, cuando sean orgánicos y duraderos.
Dependencia Económica y Retos a Futuro
Aunque las remesas han sido clave para la estabilidad económica, también generan una fuerte dependencia externa. Ante crisis migratorias o políticas más restrictivas en EE.UU., el flujo podría reducirse, afectando directamente a miles de hogares. Además, la falta de políticas públicas para canalizar ese dinero hacia el desarrollo productivo es una oportunidad perdida.
Migración: Un Costo Social
El impacto emocional y social de las remesas también es profundo. Muchas veces este dinero es enviado por padres ausentes, lo que crea familias fragmentadas. Niños criados por abuelos, madres que migran solas, y relaciones rotas son parte del costo humano de este fenómeno económico.
¿Cómo Capitalizar el Potencial?
Para convertir las remesas en un motor de desarrollo sostenible, se necesita más que agradecimiento. Se requieren programas financieros para que las familias ahorren e inviertan, políticas de inclusión productiva y capacitación para pequeños negocios. Asimismo, el país debe diversificar su economía para no depender únicamente del dinero que viene del exterior.
Conclusión
Las remesas son, sin duda, un salvavidas económico para El Salvador, pero también un llamado a la reflexión. El reto no es solo recibir, sino transformar ese ingreso en oportunidades reales para que cada vez más salvadoreños encuentren prosperidad sin tener que emigrar, y que el gobierno no se vuelva competencia de los emprendedores sino al contrario además los servicios que contrate se queden entre los empresarios salvadoreños, especialmente las MYPES, creando una sinergia positiva con las población, donde todos ganen.
Norma Aguirre Sandoval