Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 25 de noviembre 2020.
Viven, El Salvador y Guatemala, un mismo fenómeno político, aunque desde dos puntos diferentes y opuestos, motivados por el resentimiento hacia la clase política; es un aglutinamiento de fuerzas anti-sistema, que pudiese dar lugar a una sinergia de destrucción del sistema; vemos sólo el afloramiento de la insatisfacción, sin que puedan la Derecha o, las fuerzas pro-sistema, contrarrestarla para preservar el sistema democrático y republicano, tal como lo conocemos y lo hemos vivido.
La acumulada insatisfacción social, causa malestar generalizado y, rechazo al sistema democrático, por bueno que sea: se siente más la insatisfacción, que el bienestar en que se viv, sin que exista organización específica, sólo la insatisfacción generalizada y sin importar la visión futura, pues cada quien, en dicha concepción, tiene pretensiones propias que socialmente, se vuelven difusas, pero encaminadas todas, a la destrucción del sistema.
La insatisfacción generalizada ha provocado, en el Medio Oriente, un cambio en la percepción política, que dio origen a la Primavera árabe; los Indignados y Chalecos amarillos están provocándola en Europa, cambios del sistema; los ANTIFA (antifascistas) exigen transformaciones en Estados Unidos, la exigencia del cambio constitucional en Chile, ha logrado promover el cambio en la percepción política y, el mismo proceso, se lleva a cabo en Centroamérica. Cada proceso es por insatisfacciones y, en condiciones diferentes, pero por vía de la fuerza, obligan a un cambio en el sistema.
Vemos en Guatemala, como estas fuerzas de insatisfacción y coaligadas, han llegado al extremo de quemar el Palacio Legislativo y modificar la voluntad política del Gobierno, lo cual, ha enseñado al guatemalteco que, con la presión en las calles, puede dominar al Gobierno.
Fue, gracias al resentimiento contra el sistema, que Bukele consiguió el poder. Ahora que lo tiene, en vez de sostener el sistema que lo eligió, procura cambiarlo, es lo contrario de lo que sucede en Guatemala: que, desde las calles, se amenaza el cambio.
La resistencia que se hace en El Salvador, por preservar el sistema, entra en colisión, con el aparato mismo del Estado, que ha cambiado, desde el concepto jurídico, para aplicar otra idea y lograr el cambio de la función pública (deconstrucción). Siendo ejemplo: el abandono de algunas funciones policiales, que hoy exige la fiscalía, para el cumplimiento de su función o, del fuero, para evitar que los Ministros acudan a la Asamblea a rendir cuentas, en la potestad de investigación en las instituciones públicas, por la Fiscalía y CCR o, incumplimiento de sentencias.
Este tipo de movimientos de descontento, tiene una persona que surge como cabeza o símbolo del mismo o, quien recoja los frutos, del descontento generalizado, pero sin una estructura identificable, como las existentes en el sistema partidario; por ello la apreciación de la fuerza de Bukele, se ha subestimado, tanto como creer que el sistema mismo podrá contenerlo, como sucedió con el FMLN, en su Gobierno.
La amenaza del empleo de la fuerza, para la inscripción de los candidatos de Nuevas Ideas, está basada en el rechazo al sistema y, la exigencia de cambiarlo. El anuncio de ARENA sobre la corrupción, afirmando que muchos de sus funcionarios fueron corruptos, reforzará la posición anti-sistema, pues es aceptación, de lo perverso del sistema que representa y no de acciones independientes, aisladas de funcionarios, en actos ajenos a sus fines y objetivos partidarios y quienes hoy, se encuentran en la cárcel. Será utilizado por Bukele, electoralmente, en lucha contra el sistema democrático.
Necesita Bukele, atizar el odio y resentimiento, para que su corrupción no le afecte y destruya su propio poder (principio de transposición). Por lo que, acrecentará sus ataques, como medio de defensa.