Hace justo diez años se firmó en Bruselas un acuerdo de asociación con América Central que prometía crecimiento económico con desarrollo sostenible. El balance es bueno para ciertas exportaciones, pero ¿es sostenible?
«El primer artículo del capítulo de comercio y desarrollo sostenible en elAcuerdo de Asociación entre la Unión Europea y seis países de América Central dice que promueve todos los derechos humanos y la sustentabilidad”, dice a DW Gérard Karlshausen, miembro del Comité Consultivo que hace seguimiento al acuerdo que se firmó en Bruselas el 29 de junio de 2012.
Diez años después, solo la parte comercial está en vigor, pues el Acuerdo en su totalidad no acaba de ser ratificado. «Si se ratificase, se podrían vincular los temas de cooperación y diálogo político al pilar comercial, que camina un poco suelto”, agrega Karlshausen.
Su misión como asesor es, precisamente, monitorear que el crecimiento económico que puedan traer los acuerdos europeos sea sostenible, tanto social como medioambientalmente.
Aunque, en general, las exportaciones de América Central a la UE han crecido y las de la UE, en su conjunto, a América Central también, «el Acuerdo no ha traído los beneficios que se esperaban. En cuanto a la sustentabilidad, hay mucho que decir”, advierte.
Algunas cifras
Por la liberación de las tarifas arancelarias, las exportaciones de El Salvador hacia la UE han crecido en un 24 por ciento, las de Guatemala, un 37 por ciento; las de Honduras, un 40 por ciento; las de Nicaragua, un 46 por ciento; las de Costa Rica, un 32 por ciento y las de Panamá, un 16 por ciento.
Es especialmente el sector de las frutas y las verduras el que se ha beneficiado con el Acuerdo, se afirma en el estudio «Evaluación del impacto del pilar IV (Comercio) del Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y los países de América Central”, encargado por la Comisión Europea.
Del lado europeo, las exportaciones hacia los socios centroamericanos aumentaron en un 40 por ciento. De la UE hacia Centroamérica, se han exportado medicamentos, vehículos de motor y aeronaves; de Centroamérica hacia la UE bananos, café, aceite de palma, crustáceos, azúcar y ron.
Según el estudio, en estos años, Centroamérica se ha convertido en el productor más eficiente de aceite de palma; su volumen ha aumentado de 200.000 (2010) toneladas a 700.000 (2018). Entre el 50 y el 80 por ciento del aceite de palma con certificación de Guatemala se exporta a la UE. Aunque no se han aprovechado todas las cuotas establecidas en el acuerdo, los productores centroamericanos, exceptuando Panamá, sí han aprovechado al máximo su cuota para azúcar y ron.
«Hay que tener cuidado con las cifras globales, porque por país, por año y por producto han variado mucho. También hay que recordar que aquí no están considerados los años de pandemia, que afectaron mucho”, advierte Karlshausen.
¿Sustentable?
Como fuere, es innegable el bum azucarero en la región. También innegables son las quejas por las condiciones laborales y medioambientales. Según el estudio, el incremento de empleo formal para trabajadores cualificados y no cualificados es de 2,9 por ciento.
«Los representantes del sector azucarero de Guatemala se quejan de que no manejamos buenas cifras”, comenta Karlshausen, basado en la última reunión del comité consultivo con los empresarios, la organizaciones de la sociedad civil y los sindicatos. «Puede que ellos manejen otras, pero nosotros vemos las condiciones de vida, vemos las condiciones de trabajo, vemos las condiciones a nivel ecológico, como es la protección contra los pesticidas. Eso nos sigue preocupando muchísimo”, agrega.
La voz de un productor
«Es un infierno lo que estamos viviendo. Una mata de caña vale más que la vida de un ser humano en este país”, dice a DW desde Guatemala Abelino Mejía Cansinos, secretario del Consejo de Comunidades en Defensa de la Vida y el Territorio. La actividad de su comunidad, dedicada a la agroecología, se ve afectada por una central azucarera o ingenio cercano, que fabrica guaro (aguardiente de caña) y todo tipo de rones para la exportación. Para sus cañaverales, el ingenio agota el caudal del río.
«El poquito de agua que dejan correr, ya viene contaminada. Cuando fumigan con diclofato, matan nuestro arroz, nuestro ajonjolí, los mangos, las papayas. Cuando queman la caña, acaban con conejos, mapaches y culebras. Además, su ceniza afecta a las comunidades cercanas. La caña ha venido a destruirnos la vida, no a mejorarla”, subraya Mejía Cansinos, quien ha sido agredido y judicializado. «Hemos presentado denuncias, pero el Ministerio Público nunca actúa en defensa nuestra. Nos están matando”, apunta.
La sociedad civil en el Acuerdo
«Como asesores del lado europeo, no somos nosotros los que tenemos que actuar”, vuelve Karlshausen, que conoce de las dificultades y los atropellos a los activistas que hay en Centroamérica, sobre todo ahora en Guatemala. «Pero el acuerdo prevé el instrumento de diálogo con la sociedad civil. Es un espacio que hay que ocupar para impulsar tanto denuncias sobre la situación como propuestas de cambio. Hay que dar recursos a la sociedad civil, la única que puede hacer presión para que, después de diez años de acuerdo, el comercio sea verdaderamente sostenible”, concluye Karlshausen.
(ms)