Desde la adversidad, forjó una de las empresas lecheras más reconocidas de El Salvador. Hoy, Lácteos Morataya es símbolo de esfuerzo, tradición y calidad.
Por Norma Aguirre Sandoval
Metapán, Santa Ana — La historia de Dina Raquel Morataya es una que inspira. Viuda, madre de siete hijos y emprendedora, logró lo que muchos considerarían imposible: transformar el dolor y la escasez en una exitosa empresa salvadoreña del sector lácteo, generando empleo y bienestar en su comunidad.
Ganadera por tradición, Dina Raquel vivía en Guarnecía Texistepeque con sus padres. A principios de los años 80, su vida dio un giro trágico: en 1982, en plena guerra civil, su esposo Pedro Antonio Lemus Rivera fue asesinado, dejándola sola, con siete hijos, el mayor de trece años y el más pequeño un bebé de trece días por lo que decidió trasladarse a Metapán, instalándose en el barrio San Pedro en la casa de su hermano, don Jesús Morataya, y desde donde comenzó su emprendimiento, transformando leche de manera artesanal en quesos y cuajadas. En el 2000 uno de sus hijos falleció, llevándose con él otro pedacito de vida, pero tampoco eso la detuvo, ya que tenía a sus otros hijos y un emprendimiento en crecimiento.
Con una producción inicial de apenas 42 botellas, Dina Raquel recorría las calles vendiéndolas personalmente. Poco a poco, su clientela creció. Con esfuerzo y perseverancia, llegó a procesar 500 botellas diarias. Fue entonces cuando decidió comprar una propiedad en el barrio El Calvario, donde estableció formalmente su procesadora de lácteos.
Teniendo ya la procesadora fortalecida, compró un terreno en las Quebradas, donde tenía sus vacas, pero tras la partida de sus hijos hacia los Estados Unidos, decidió vender la propiedad y el ganado y con ese dinero adquirió una pequeña propiedad en el sector conocido como El Triángulo. Ahí consolidó su negocio e inició una nueva etapa como administradora de bienes raíces, sin abandonar la producción láctea.
El crecimiento fue constante. En 2005, incorporó a dos de sus hijos, José Roberto y Ana Delia Morataya, en la administración. Con visión y trabajo conjunto, la empresa se transformó en una procesadora semi-industrial capaz de manejar 15,000 botellas diarias. Pasaron de tener 3 colaboradores a contar con un equipo de 25 empleados fijos. Además, han modernizado sus procesos con tecnologías como pasteurizadoras y descremadoras, permitiendo mayor calidad y expansión a nuevos mercados.
Lácteos Morataya, de Inversiones Morataya, es ahora una marca consolidada. Cuenta con cinco tiendas distribuidas entre Santa Ana, Chalchuapa y Sonsonate desde donde distribuyen sus productos 100% orgánicos como el queso capita con loroco, quesillo, queso fresco, crema y recientemente ha lanzado su marca de leche leche empacada al vacío, la cual ha sido bien recibida por los consumidores.
Más allá del éxito empresarial, la vida de doña Dina Raquel es testimonio de fe, resiliencia y amor por la familia. A sus años, disfruta rodeada de sus siete hijos, catorce nietos, tres biznietos y uno más en camino. “La vida no fue fácil, pero Dios nunca me abandonó”, dice con orgullo y emoción.
Su legado no solo se mide en litros de leche o tiendas abiertas, sino en el ejemplo vivo de que con valentía y trabajo, incluso las más duras tragedias pueden transformarse en historias de éxito.