Dra. Armelle Pérez-Cortés Villalobos
Las vacunas ayudan a prevenir infecciones por Streptococcus pneumoniae, microorganismo patógeno capaz de causar diversas infecciones y procesos invasivos graves en humanos, como otitis media aguda, sinusitis, neumonía, meningitis y septicemia, entre otras. En este momento hay dos tipos de vacunas antineumocócicas:[1]
- Vacunas antineumocócicas conjugadas (PCV13, PCV15 y PCV20).
- Vacuna antineumocócica de polisacáridos (PPSV23).
Las vacunas conjugadas, son vacunas de polisacáridos capsulares purificados con diferentes serotipos de S. pneumoniae, PCV15 tiene 15 y PCV20 tiene 20.
Previamente los esquemas de vacunación contra neumococo incluían el uso de las vacunas PCV13 y PPSV23; actualmente Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos recomienda el uso de PCV13 para niños menores de dos años y personas de dos a 18 años con ciertas afecciones médicas. Para aquellos que nunca han recibido ninguna vacuna neumocócica conjugada, la agencia estadounidense aconseja la administración de PCV15 o PCV20 en mayores de 65 años o en adultos entre 19 y 64 años con ciertas afecciones médicas.
Alcoholismo, enfermedad renal crónica, enfermedad hepática, pulmonar o cardiaca, tabaquismo, presencia de implantes cocleares, fístulas o fugas de líquido cefalorraquídeo, inmunodeficiencias adquiridas o congénitas, diabetes, malignidad activa, infección por virus de inmunodeficiencia humana, enfermedad de Hodgkin, inmunosupresión yatrogénica, leucemia, linfoma, mieloma múltiple, síndrome nefrótico, trasplante de órgano sólido y médula ósea y anemia de células falciformes son algunas patologías que ponen al paciente en riesgo de infección por S. pneumoniae.
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