Por Mario Osava
Rousseff festeja su triunfo Crédito: Sitio de campaña de Dilma Rousseff | |
RÍO DE JANEIRO, 31 oct (IPS) – Ellas son la mayoría de la población y del electorado, superan a los hombres en escolaridad y en los cursos de doctorado y son casi la mitad de los empleados formales, pero siguen siendo una ínfima minoría en el poder político de Brasil y apenas ahora una mujer, Dilma Rousseff, logra ser elegida presidenta del país.
En América Latina es la sexta mujer en alcanzar el puesto máximo del Poder Ejecutivo, siguiendo los ejemplos más notorios y cercanos de Cristina Fernández, en Argentina, y de Michelle Bachelet, en Chile.
Poco después de las 20 horas de Brasilia (22:00 GMT), el presidente del Tribunal Superior Electoral, Ricardo Lewandowski, anunció que Rousseff estaba «matemáticamente elegida», apenas una hora y cuatro minutos después de finalizada la votación en el territorio nacional. Se trata de «un récord mundial» en rapidez, gracias a la tecnología nacional de las urnas electrónicas, destacó el magistrado.
Con 56 por ciento de los votos válidos, Rousseff, del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), venció a José Serra, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), en la segunda vuelta de las elecciones de este domingo. En la primera vuelta, el 3 de octubre, habían registrado 46,9 y 32,6 por ciento respectivamente.
El resultado refleja el deseo de 135,6 millones de electores de continuar el rumbo del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, especialmente sus políticas sociales reflejadas en la reducción de las desigualdades y en 20 millones de personas que superaron la pobreza.
Eliminar la pobreza extrema al final de su mandato, en 2014, fue la promesa reiterada por Rousseff en su primer discurso como presidenta electa. Tambíen «extendió la mano» a la oposición y anunció un gobierno austero, pero sin «un ajuste fiscal» que afecte los programas sociales y servicios públicos.
Se estima que ocho por ciento de los 192 millones de brasileños aún viven en la miseria. La meta es considerada irreal, si se la toma literalmente, ya que incluso en los países ricos subsiste una extrema pobreza residual.
Serra, en cambio, reconoció la derrota anunciando que «la lucha continúa» y que los 43,6 millones de votos que obtuvo componen «un campo político» que aseguran «esperanza y confianza» en la lucha por «libertad y democracia».
El triunfo de Rousseff se debe a la transferencia de votos de Lula, cuya popularidad actual asciende a niveles sin precedentes, de 83 por ciento, pese a los sucesivos escándalos de corrupción que afectaron a su gobierno, especialmente en 2005.
Denuncias de presunto tráfico de influencia y negocios irregulares con parientes contra la sucesora de Rousseff en la Jefatura de la Casa Civil presidencial, Erenice Guerra, ocuparon las noticias de septiembre, quitándole votos que impidieron su triunfo definitivo en la primera vuelta, cuando necesitaba mayoría absoluta de los sufragios válidos.
Otro factor negativo, aparentemente neutralizado por la candidata en las últimas semanas, fue la campaña que la acusaba de defender la despenalización del aborto, con prédicas opositoras de sacerdotes y obispos, que incluyeron un mensaje del propio papa Benedicto XVI.
La candidata se desdijo de posiciones anteriores, afirmó su oposición al aborto y firmó documentos comprometiéndose con la Iglesia Católica y las evangélicas a mantener la actual legislación en la materia, que considera crimen el aborto, con dos excepciones, casos de estupro y riesgo de muerte para la madre.
La explotación del tema por la campaña opositora, en busca de votos entre los sectores religiosos más conservadores, sufrió un golpe cuando el diario Folha de São Paulo reveló, el 16 de octubre, que la esposa del candidato Serra, la chilena Mónica Serra, se había practicado un aborto cuando joven. La información se basó en testimonios de sus ex alumnas.
Pero, de todas formas, Rousseff «fue elegida por el voto de los hombres», reconoció Fátima Pacheco Jordão, experta en opinión pública vinculada al feminista y no gubernamental Instituto Patricia Galvão.
Las últimas encuestas, del sábado 30, indican que su triunfo se debió «más a los votos masculinos», informó Jordão a IPS, pero no hay aún datos separados por género de la votación efectiva de este domingo.
Las feministas acompañaron con optimismo la evolución del voto femenino en la actual campaña electoral, sosteniendo que las mujeres son «más ponderadas y eligen a sus candidatos a la última hora», después de acumular todas las informaciones posibles y conocer bien a los postulantes.
En esa idiosincrasia incide la insuficiente integración femenina en el proceso político y electoral del país. Las distintas instancias del poder político cuentan con solo cerca de diez por ciento de mujeres y la cuota de 30 por ciento de candidaturas a diputados y concejales, exigida por ley a todos los partidos, no arrojó grandes avances en la última década y media.
Las mujeres brasileñas solo conquistaron derecho al voto en 1932, pero restringido a las casadas y autorizadas por sus maridos y a las viudas y solteras con ingresos propios. El voto femenino en las mismas condiciones del masculino, sin restricciones y obligatorio, solo estuvo vigente en 1946. Hoy ellas suman 51,8 por ciento del electorado nacional.
Rousseff, sin embargo, así como Lula, siempre estuvo en minoría entre las mujeres, lo que revela la dificultad en avanzar en la conquista de sus votos, pese al llamado a elegir la «primera presidenta de Brasil».
Una campaña sucia se orquestó por Internet, con acusaciones groseras en relación al aborto como al pasado de las luchas clandestinas de Rousseff, que ejerció la lucha armada contra la dictadura que los militares impusieron a este país entre 1964 y 1985.
Detenida en enero de 1970 y torturada, fue presa política durante 28 meses en São Paulo. Después se mudó a Porto Alegre, más al sur, donde concluyó sus estudios de economía, fue secretaria municipal de Finanzas y luego secretaria estadual de Minas y Energía.
Lula la nombró ministra de Minas y Energía en 2003 y, en 2005, jefa de la Casa Civil de la Presidencia, cartera clave para la coordinación administrativa de todo el gobierno con más de 30 ministerios. Hace dos años, Lula la eligió como candidata a su propia sucesión y trató de transferirle el máximo posible de su popularidad.
Las elecciones concluidas este domingo revelaron, según el escritor y periodista Eric Nepomuceno, la fuerza de Internet para formar opiniones y el debilitamiento de la propaganda electoral elaborada por publicistas y difundida por radio y televisión en un horario gratuito durante un mes y medio en la primera vuelta y tres semanas en la segunda.
Aunque derrotado en las elecciones presidenciales y con menos escaños en el Congreso legislativo, el PSDB de Serra obtuvo importantes triunfos en los 27 estados brasileños. Ganó cuatro en la primera vuelta, incluyendo los más poblados, São Paulo y Minas Gerais, y otros cuatro este domingo.
También el Partido Socialista Brasileño, aliado del PT, obtuvo seis gobernaciones, además de ampliar su representación parlamentaria, convirtiéndose en la fuerza política mediana más poderosa del país. El PT de Lula y Rousseff amplió su peso tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, asegurando, junto con sus aliados, amplia mayoría a la nueva presidenta