El pasado 2 de febrero del presente año, se cumplieron 162 años de la batalla de La Arada, uno de los acontecimientos más importantes que registra nuestra historia militar, acaecido en 1851, y en el que midieron sus fuerzas los ejércitos de Honduras y El Salvador, en contra del de Guatemala, cuando El Salvador en complicidad con el gobierno hondureño trataron de apropiarse de Chiquimula, una comunidad colindante con El Salvador, por el norte.
Sin embargo los Guatemaltecos a pesar de que eran menos, utilizaron su astucia prendiendo fuego a un cañaveral y el ruido que parecia
fusieria, por lo que los atacantes salieron corriendo en retirada.
DATOS HISTORICOS
La Batalla de la Arada fue la amenaza más latente de Guatemala perder su soberanía y la libertad como República. Además de ser la victoria militar más importante de toda su existencia como estado independiente. Es parte de la Guerra de Guatemala contra la coalición liberal de Honduras y El Salvador
Antecedentes
Luego del retorno de Rafael Carrera, de su exilio en 1849, el gobernante salvadoreño Doroteo Vasconcelos dio asilo a los liberales guatemaltecos, quienes hostigaban al gobierno de Guatemala en varias formas: Don José Francisco Barrundia lo hacia desde un periódico con ese expreso fin; Vasconcelos alimentó, durante todo un año a la facción rebelde “La Montaña”, en el oriente de Guatemala distribuyendo dinero y armas entre los sublevados. A fines del año de 1850, Vasconcelos se sintió cansado de esta guerra lenta contra Guatemala y decidió obrar abiertamente. Así las cosas, el mandatario salvadoreño inicio una cruzada contra el régimen conservador de Guatemala, invitando a participar en la alianza a Honduras y Nicaragua; pero de ambos gobiernos solo el hondureño presidido por don Juan Lindo aceptó participar en la invasión.
Entre tanto, en Guatemala, donde se conocían perfectamente los planes de invasión en su contra, el presidente de don Mariano Paredes toma las previsiones necesarias para enfrentar la situación, mientras el arzobispo don Francisco de Paula García Peláez ordena en su archidiócesis rogativas de paz.
El día 4 de enero de 1851 se reunieron en Ocotepeque los presidentes de Honduras y El Salvador, con la cual quedó sellada la alianza en contra de Guatemala. El ejército salvadoreño se componía de 4,000 hombres perfectamente municionados y con apoyo de artillería; los hondureños por su parte, aprestaron 2,000 hombres para la campaña. El grueso de las fuerzas aliadas se situó en Metapán, por ser esta una ubicación próxima a Honduras y a la frontera guatemalteca.
La declaración de Guerra
El 28 de enero de 1851, el presidente salvadoreño dirigió al Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala un extenso comunicado, en cual se manifestaba:
- 1. Que el presidente guatemalteco abandonara el mando, para que fuera ocupado por un hombre de confianza de los invasores.
- 2. Que Carrera fuera exiliado del país, debiendo ser conducido hacia alguno de los puertos del sur por un regimiento salvadoreño.
- 3. Que una vez estuvieran en poder del mando de Guatemala la alianza invasora, se convocara a una Asamblea Constituyente.
- 4. Que el ejército salvadoreño podría ocupar los territorios de Guatemala que considerara conveniente y por un tiempo indefinido.
Al que el gobierno guatemalteco respondió lacónicamente con una nota que decía:
- “ No tiene usted autoridad por las leyes de San Salvador para hacer declaratorias de guerra y no pudiendo mandar tropas sin permiso de las cámaras. Al presentarse armado, declarando la guerra a Guatemala, este gobierno, considera a usted y a los que lo acompañan como facciosos ejecutando una atentado en contra de la soberanía y libertad de la República de Guatemala. No nos corresponde, pues, otra cosa que dar conocimiento del anuncio que usted hace de que se introducirá con tropas en este territorio; al general en jefe del ejército de Guatemala que guarnece las fronteras, para que obre al honor y seguridad de la República. Dios guarde a usted muchos años. ”
La batalla
El ejército aliado ingresó a Guatemala por tres lugares diferentes, ya que el 29 de enero entró por Piñuelas, Agua Blanca y Jutiapa, un contingente de 500 hombres, al mando del general Vicente Baquero, pero el grueso de la fuerza marchó desde Metapán.
La estrategia empleada por Carrera, fue el hecho de fingir una retirada, haciendo que el enemigo lo siguiera hasta el sitio que el deseaba; o sea que escogió su propio terreno para la lucha; el día 1 de febrero de 1851, ambos ejércitos se encontraron con solo el río San José de por medio.
Carrera fortifico en la estribaciones del cerro de La Arada, en la cual sus colinas suaves, de aproximadamente 50 metros de altura sobre el nivel del río; entre dicha colina y río hay unos 300 metros de vegas, mientras alrededor había siembra de caña de azúcar. Carrera dividió sus fuerzas en tres secciones: la izquierda, por Cerna y Solare; la derecha por Bolaños, y mandaba personalmente desde el centro, donde colocó la artillería. 500 hombres quedaron en Chiquimula en defensa de la plaza y previniendo cubrir una posible retirada, por lo que sólo utilizó 1,500 hombres guatemaltecos contra un enemigo de 4,500 efectivos.
[editar]El 2 de febrero
Se inició el combate a las 8:30 de la mañana del 2 de febrero de 1851. Los aliados tomaron la iniciativa atacando por tres puntos diferentes y abriéndose un fuego muy vivo por ambas partes. La primera carga de los aliados fue repelida por los defensores de la colina; al segundo ataque los aliados lograron tomar la primera línea de trincheras, de donde nuevamente fueron arrojados. A la tercera carga, la fuerza hondura-salvadoreña avanzó aún más, hasta llegar a confundirse con los soldados guatemaltecos, que peleaban ahora cuerpo a cuerpo y a punta de bayoneta, mientras que la artillería guatemalteca castigaba duramente el grueso del los atacantes. En el punto más álgido de la batalla, cuando el resultado parecía incierto, Carrera ordenó que se incendiasen a los cañales que flanqueaba la vega del río donde operaba el ejército invasor. Teniendo así al ejército invasor rodeado: al frente el fuego vivo del ejército guatemalteco, por los flancos un incendio y hacia atrás el río, que dificultaba la retirada. Al ver esto la división central aliada cundió en pánico y comenzó una retirada desorganizada. El general Saget ordenó tocar retirada para el cuerpo de Cabañas, la división hondureña que peleaba junto a la salvadoreña en el centro, pero todo el ejército emprendió la huida. Pronto se inició un retroceso de las líneas aliadas, que era más bien una fuga, que una retirada estratégica. El historiador guatemalteco, Francis Polo Sifontes, describe la escena después de la batalla;
“…hacia las cinco de la tarde el fuego se hacía menos fuerte, y el sol de oriente guatemalteco alumbraba una escena terrible: Entre el humo y las cenizas, quedaba el campo lleno de cadáveres. Cuando terminó el combate se notó la falta del jefe guatemalteco; se le, buscó entre los muertos y finalmente fue hallado tendido a la sombra de un árbol, boca arriba, con los brazos en cruz y respirando lentamente; en su mano derecha aún sostenía su sable tinto en sangre, el cual no podía soltar, pues tenía la mano hinchada por la pelea.”
Los 500 hombres que mandaba el coronel Navas, y que se hallaban frescos por haber estado en la retaguardia, se lanzaron en persecución de lo que quedaba del ejército aliado, el cual buscaba desesperadamente las fronteras de sus países. El recuento final de las pérdidas de los aliados arrojó: 528 muertos, 200 prisioneros, 1,000 fusiles, 13,000 tiros de fusil, multitud de bestias y equipajes, 11 cajas de guerra y siete piezas de artillería. Asimismo Polo Sifontes expresa:
- “…El presidente Vasconcelos buscó refugio en El Salvador, mientras se vio cruzar en la frontera hondureña a dos generales que montaban el mismo caballo”.
Carrera hizo reagrupar al ejército y cruzó la frontera en El Salvador; encontraba acampando en Santa Ana, cuan recibió órdenes de su superior de regresar a Guatemala, el presidente Mariano Paredes, en vista de que los aliados solicitaban la paz.
Como resultado inmediato del triunfo de las armas guatemaltecas en «La Arada», una Asamblea Nacional Constituyente promulgó el 19 de octubre del año 1851, una carta fundamental de gobierno, que se llamó el Acta Constitutiva de la República. Su contenido era breve, pues sólo constaba de dieciocho artículos, en los cuales se establecían los principios generales para el funcionamiento de la República, fundada 4 años antes. Batalla de la Arada significó la hegemonía de Guatemala en Centroamérica y aseguro el clima para una época de restauración, seguridad y una bonanza económica. Además de ser el punto de inicio del gobierno vitalicio para Rafael Carrera y Turcios.