La biomasa es una fuente energética cada vez más importante, pero su evolución amenaza tanto la naturaleza y como la seguridad alimentaria de los países en desarrollo.
Junto al sol, el viento y el agua, la biomasa se considera una fuente sustentable de energía del futuro. Del maíz y de residuos vegetales se puede, por ejemplo, producir biocombustible, de la madera, cogeneración eléctrica y térmica. Sin embargo esta nueva energía no es incuestionable, después de todo, los cultivos de plantas para la obtención de biomasa, ocupan cada vez más y más superficies, sobre las cuales antes crecía el bosque endémico, o que anteriormente estaban destinadas al cultivo de alimentos. Hemos hablado con Volker Lenz. Como Jefe de área, él investiga en el Centro Alemán de Investigación sobre Biomasa, la generación de electricidad a partir de biomasas.
Global Ideas: Obtención de energía a partir de biomasa – ¿Sí o no?
Volker Lenz:En Alemania alrededor de tres cuartos del total de las energías renovables se basan en la biomasa. Una gran parte son residuos de madera, a lo que se agrega el biogás y los combustibles biológicos. No se trata entonces de si se usa lo no la biomasa, sino de cómo. El tema se hace cada vez con más controvertido, y con razón. Entretanto también la posición científica ante el tema se ha desarrollado más claramente. El maíz por ejemplo empobrece los suelos. Por eso se debe poner atención en que mediante una gestión adecuada, por ejemplo adoptando cultivos intermedios, se preserve la calidad de los suelos.
Otro punto relevante incumbe a los países ricos como Alemania, cuando éstos orientan con más intensidad sus sistemas de energía hacia la biomasa y lo hacen sobre las espaldas de otros países. Si no se observan criterios de sustentabilidad en esto, se puede llegar a un desplazamiento de la producción de alimentos en las naciones exportadoras y finalmente al dilema tanque versus plato – el dilema sobre si los cultivos para la generación de energía ocupan superficies que son allí necesarias para el cultivo alimentario.
La mitad del total de emisiones de gases con efecto de invernadero se derivan de nuestros alimentos, según el cálculo de la Organización no gubernamental española Grain: Hasta un 15 por ciento del total de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases invernadero resultan del cultivo y la cosecha de alimentos. A esto se añade que el cultivo alimentario continúa expandiéndose sobre áreas de bosque. Estas nuevas áreas cultivables que van en desmedro de los bosques, son responsables de otro 15 o hasta 18 por ciento de la emisión global de gases con efecto de invernadero. El resto de las emisiones se las reparten el transporte, la elaboración y el empaque, así como la refrigeración de la producción alimentaria.
En Alemania, el conglomerado energético Vattenfall planea construir por ejemplo centrales térmicas de biomasa, que puedan ser operadas no sólo usando madera local. Para eso habría que importar madera desde Liberia.¿No se anula con esto la balanza ecológica?
El gasto de transporte por barco es comparativamente bajo. De ahí que la ruta de África a Europa se mantiene dentro de un marco de impacto climático aceptable. Si se considera el potencial maderero en Alemania, tenemos que el aumento masivo de centrales térmicas de biomasa o de combustión paralela de biomasa, a la larga sólo puede ser implementado con importaciones. Crucial es aquí despejar la interrogante sobre la observación de normativas de sustentabilidad en los países en donde se produce la biomasa.
¿Llevan las importaciones de madera para centrales térmicas de biomasa la balanza ecológica al absurdo?
¿Cómo se definen estas “normativas de sustentabilidad”?
La biomasa no debe ser obtenida por medio de la sobreexplotación de la selva tropical. El suelo no debe resultar empobrecido, no se debe abusar de los recursos de agua. Se debe tomar en consideración aspectos sociales, por ejemplo, que no se prive a la población local de sus fuentes de leña, que no se incentive la mala remuneración o el trabajo infantil.
Silas Siakor, director de Friends of the Earth en Liberia critica que en su país se acaba el carbón vegetal cuando se exporta la madera para la calefacción doméstica en Europa. ¿Qué hay de cierto en esta afirmación?
Básicamente es ése el problema de la mayoría de los países en desarrollo, donde se cocina con un carbón vegetal obtenido sin elaboración industrial, usando hornos muy ineficientes, lo que deriva en altas pérdidas y daños ecológicos.
¿Sería recomendable buscar alternativas para la gente en Liberia, por ejemplo los calentadores solares?
No deberíamos regalar esos calentadores, sino que deberíamos instruir a la gente para que ellos mismos puedan construirlos y mantenerlos. Así podría quedar libre un contingente de madera obtenida sin sobreexplotar los recursos naturales. Si además se pagara el precio adecuado para alcanzar un valor añadido también en el país exportador, entonces el comercio internacional de madera no se diferenciaría del comercio de otros productos, como la importación de frutas tropicales a precio justo.
Según Olivier De Schutter, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, también la definición de superficie de cultivo disponible en el mundo es muy problemática. “Según las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), existen cuatrocientos millones de hectáreas de superficie cultivable disponibles, de las cuales cerca de doscientos millones se encuentran en la región de África subsahariana. El problema radica en que superficies cultivables se designan como ‘disponibles’ cuando en el lugar se cuentan menos de veinticinco habitantes por kilómetro cuadrado. Estas superficies son en la realidad utilizadas por pequeños agricultores o pastores nómadas que en muchos casos carecen de títulos de propiedad sobre ésa tierra, de la que sin embargo dependen para sobrevivir. ‘Superficie de cultivo disponible’ es en este sentido una denominación engañosa.
Se puede entonces establecer estándares tan altos que puedan prevenir la relegación de la producción alimentaria, la mala remuneración y la liquidación de los recursos locales de madera?
En un mundo ideal: sí. En nuestro mundo sólo podemos acercarnos a ése ideal. La dificultad es comprometer a las empresas a implementar y a controlar las normativas. En esto hay que recorrer consecuentemente un camino muy largo. Pero por eso mismo no lo podemos dejar así como está.
Nunca se va a poder aclarar finalmente a qué procesos de desplazamiento se llega exactamente en otras superficies. Eso sólo puede ser resuelto a través de un sistema de certificación global, pero hasta allí falta recorrer un largo camino. Por el momento sólo se puede controlar en casos y en lugares concretos, si se está haciendo todo lo posible y verificable por asegurar la sustentabilidad.
Entrevista: Johanna Treblin
Editor: Enrique López
Fuente: http://www.dw.de/dw/article/0,,15888337,00.html