Una de las tradiciones más dulces de Metapán son las espumillas y bizcotelas, elaboradas con la receta original de su creadora: doña Francisca Orellana y Nora Ramírez, La vecina de enfrente, dice doña Irma Catalina Ayala Interiano.
Sobre la avenida Estrada Valiente, a una cuadra de la parroquia San Pedro, frente a su casa existía una de las dos primeras panaderías formales del pueblo. Los olores que de allí salían inundaban el pueblo y el lugar favorito para los niños.
Fueron sus hermanos quienes antes que ella aprendieron el arte de la panadería en sus años mozos; Tenían su hermoso horno de leña, y ella, la más pequeña siempre observando y traveseando de vez en cuando. Cuando creció probó hacerlas y desde hace treinta años no deja de hacerlas, aunque por encargo ya que su trabajo no le deja mucho tiempo libre.
En la cochera, a la entrada de la casa mantiene una hermosa batella, de casi 3 metros de largo y más de 100 años de antigüedad donde sus vecinas amasaban la masa para el pan que alimentaba al pueblo y que le fue regalada con cariño por una miembro de la familia.
Los ingredientes principales son harina, canela, los huevos y el azúcar. No llevan levadura, y el que crezcan se debe a la técnica de amasado, y tiempo de reposo de la masa.
Los pastelitos de piña, Pichardí, también quedan deliciosos. El marquesote también tiene mucha demanda, y para la época navideña hago los famosos borrachos, con licor de verdad: Le pongo vino, o bacardi. También tienen gran demanda los budines y el -dulce de Anita – que es un postre a base de leche, pero es bien diferente porque no lleva harina y ya casi nadie la hace.
Doña Irma es una enamorada y apasionada de la cocina, y sabiendo que sus productos son apetecidos en el extranjero, le pone doble envoltura para que siempre permanezcan frescos.
Ella elabora sus productos sobre la Avenida Benjamín Estrada Valiente, cuadra y media al norte de la iglesia San Pedro-
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