La compañía emergente OpenAI fue cofundada en 2015 en San Francisco por Elon Musk, quien se retiró de la empresa en 2018, y recibió unos 1.000 millones de dólares de Microsoft en 2019.
La empresa californiana OpenAI puso en marcha su chatbot capaz de responder a diversas preguntas, pero sus sorprendentes capacidades vuelven a lanzar el debate sobre los riesgos relacionados con la IA.
ChatGPT, un nuevo sistema de chat basado en inteligencia artificial (IA) de la compañía OpenAI, ha revolucionado internet en los últimos días y ha renovado el debate sobre las capacidades que este tipo de herramientas pueden llegar a tener en un futuro próximo y las consecuencias que ello puede desencadenar.
Lanzado el 30 de noviembre, ChatGPT apenas necesitó un par de días para convertirse en un fenómeno viral y, según sus creadores, este lunes superó ya un millón de usuarios.
Conversaciones complejas con naturalidad
La aplicación, por ahora en fase de pruebas, permite chatear en multitud de idiomas con un sistema de inteligencia artificial (IA) capaz de mantener con mucha naturalidad conversaciones sobre casi cualquier tema, de responder a infinidad de preguntas y de crear contenidos casi a la carta.
ChatGPT es coherente, tiene en cuenta lo hablado previamente en una conversación y es capaz de identificar temas sobre los que es mejor no hablar, según pudo comprobar EFE.
Su inteligencia artificial está alimentada por una enorme muestra de texto extraída de internet, pero la máquina no está conectada a la red en tiempo real y sus «conocimientos» se detienen en teoría en 2021, por lo que no puede comentar, por ejemplo, hechos que se han producido recientemente.
OpenAI, la compañía que lo ha creado, destaca por encima de todo el formato de diálogo con el que opera y las posibilidades que genera.
«El formato de diálogo hace posible a ChatGPT responder a preguntas de seguimiento, admitir sus errores, cuestionar premisas incorrectas y rechazar solicitudes inapropiadas», explica la firma, en cuya fundación participó entre otros el hoy dueño de Twitter Elon Musk –aunque luego se desvinculó– y en la que han invertido gigantes tecnológicos como Microsoft.
GPT-3 y DALL- E
OpenAI es conocida principalmente por dos programas informáticos de creación automática, el GPT-3 para la generación de texto y el DALL- E para generar imágenes.
ChatGPT puede solicitar precisiones a su interlocutor y «tiene menos alucinaciones» que el GPT-3, que, pese a sus proezas, es capaz de dar resultados completamente aberrantes, comenta de Loupy.
«Hace algunos años los chatbots tenían el vocabulario de un diccionario y la memoria de un pez. Hoy son mucho mejores para reaccionar de forma coherente en función del historial de búsquedas y de respuestas. Hoy ya son más que simples peces», destacó Sean McGregor, un investigador que compila incidentes relacionados con inteligencia artificial en una base de datos.
Como otros programas que se basan en aprendizaje profundo (deep learning), ChatGPT tiene una gran debilidad: «No tiene acceso al sentido», explica de Loupy. El programa no puede justificar sus decisiones, es decir, explicar por qué seleccionó así las palabras que forman sus respuestas.
Dar la impresión de que de verdad piensan
Las tecnologías con base en inteligencia artificial y que pueden comunicar son, sin embargo, cada vez más capaces de dar la impresión de que de verdad piensan.
Investigadores de Meta (Facebook) desarrollaron recientemente un programa bautizado Cicero, como el estadista romano Cicerón.
El programa hizo pruebas con Diplomacy, un juego de mesa que requiere que los participantes muestren su talento negociador.
«Si no habla como una persona real –dando muestras de empatía, construyendo relaciones y hablando correctamente– no podrá forjar alianzas con otros jugadores», explicó en un comunicado el gigante de las redes sociales.
Character.ai, una empresa emergente fundada por exingenieros de Google, puso en línea un chatbot experimental en octubre, el cual puede adoptar cualquier personalidad. Los usuarios crean personajes según una breve descripción y enseguida pueden «conversar» con un falso Sherlock Holmes, Sócrates o incluso Donald Trump.
Este grado de sofisticación fascina, pero también inquieta a numerosos observadores con la idea de que estas tecnologías no sean utilizadas para engañar a los humanos, difundiendo informaciones falsas, por ejemplo, o creando estafas cada vez más creíbles.
¿Qué «piensa» de esto ChatGPT?
«Existen potenciales peligros al construir chatbots supersofisticados (…) Las personas podrían creer que interactúan con un individuo real», admite el chatbot, interrogado al respecto por la AFP. Por lo tanto, las empresas ponen en marcha salvaguardas para evitar posibles abusos.
En su página de inicio, OpenAI advierte que el chatbot puede generar «informaciones incorrectas» o «producir instrucciones peligrosas o contenidos sesgados».
Además, ChatGPT se rehúsa a tomar partido. «OpenAI ha hecho que sea increíblemente difícil hacerle manifestar opiniones», subraya McGregor.
El investigador pidió al chatbot escribir un poema sobre una cuestión ética. «Soy una simple máquina, una herramienta a su disposición / no tengo el poder de juzgar, ni de tomar decisión (…)», le respondió el ordenador.
«Es interesante ver que las personas se preguntan si los sistemas de IA deberían comportarse como los usuarios lo desean o como sus creadores lo previeron», tuiteó el sábado Sam Altman, cofundador y jefe de OpenAI.
«El debate sobre qué valores dar a los sistemas va a ser uno de los más importante que pueda tener la sociedad», agregó.
Ventana al futuro
Según Sam Altman, máximo ejecutivo de OpenAI, ChatGPT es por ahora una «demostración temprana» de lo que será posible hacer con las interfaces de lenguaje basadas en inteligencia artificial, aunque subraya que en este caso aún tiene muchas limitaciones.
«Pronto podrás tener asistentes útiles que hablen contigo, respondan preguntas y den consejos. Más adelante se podrá tener algo que vaya y haga tareas por ti. Eventualmente podrás tener algo que te descubra nuevos conocimientos», explicaba Altman en Twitter con motivo de la presentación del producto.
Usos del ChatGPT
Entre las posibilidades que ofrece ChatGPT destaca por ahora la opción de usarlo como una alternativa rápida a una búsqueda en Google, aunque sus resultados a menudo resultan erróneos o contradictorios. Eso sí, si uno cuestiona una de sus respuestas equivocadas, a menudo el sistema es capaz de admitir su fallo y buscar una solución.
Pero muchos usuarios han destacado en los últimos días la capacidad de la herramienta para ayudar con cuestiones más específicas: por ejemplo, algunos programadores la han usado para escribir rápidamente un código complejo o en un lenguaje poco habitual y algún profesor universitario ha dicho que el chat es capaz de responder adecuadamente algunas preguntas de sus exámenes.
La capacidad de este tipo de sistemas para redactar textos bien escritos y coherentes permite también numerosos usos en el ámbito editorial y periodístico.
Esa facilidad para escribir ha llevado a muchas voces a predecir que este tipo de sistemas podría suplantar pronto buena parte de la labor de creación de contenidos e incluso el trabajo de los periodistas.
FEW (EFE, AFP)