TRASPASO DE MANDO EN EL CONGRESO SALVADOREÑO - Periódico EL Pais

TRASPASO DE MANDO EN EL CONGRESO SALVADOREÑO

Dando cumplimiento al Segundo Protocolo de Entendimiento en la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, firmado en el 2009 entre las fuerzas políticas, se llevó a cabo el pasado primero de Febrero la toma de posición de Lic. Sigfrido Reyes, como nuevo Presidente de la Asamblea Legislativa, marcando así una nueva  etapa política  para El Salvador.

El evento fue presidido  por el Presidente de la República, Lic. Mauricio Funes y hasta ese momento el Lic. Ciro Cruz Zepeda , como Presidente de este Organo del Estado y demás miembros de la Junta Directiva.  Acompañaron este magno evento la comunidad diplomática en nuestro país, Jefes de misiones e invitados especiales.

En su discurso Cruz Zepeda, manifestó que ahora comienza una nueva faceta en su carrera política, y seguirá trabajando respetuosamente por los intereses del país.  Así mismo dio lectura a la memoria de labores en la cual dijo que fueron 106 decretos aprobados entre el aumento de impuestos municipales, Ley de juventud, niñez, reforma a la ley LACAP,  agua, y otras reformas puntuales.

Uno de los logros del Lic. Zepeda es haber iniciado la modernización de la Asamblea Legislativa, la cual ha contribuido a mejorar el flujo de información, servicios y más.

Por su parte el Lic. Sigfrido Reyes, dirigió su mensaje al pueblo salvadoreño y pidió a  las organizaciones sociales  a formar parte del desarrollo del país.  También mencionó que implementará una política de puertas abiertas a la ciudadanía y a los medios de comunicación, además de fortalecer la Ley de Transparencia y promete que la Asamblea será la primera institución en publicar su presupuesto y su respectiva ley de salarios en su portal.  Además mantendrá un dialogo abierto con sus empleados y les pidió capacitarse para darle una mejor respuesta a las necesidades de los salvadoreños. 

“El Salvador ha iniciado un proceso de cambio, grandes retos y muchas incertidumbres nos esperan” dijo.

 

Discurso de  Toma  de  Posesión  del  Presidente de  la  Asamblea  Legislativa

SIGFRIDO  REYES

(1 de  Febrero de 2011)

 

Dedico esta Ceremonia de  Toma  de  Posesión al Dios de la vida y de la solidaridad, al Dios del amor, la  justicia y  la verdad. También, a mi querida Familia, que  aún  en  las  circunstancias más  difíciles ha  estado siempre a  mi lado  en  todas  mis luchas y proyectos. La dedico a los grandes líderes de las gestas emancipadoras del Pueblo Salvadoreño: a nuestros  Próceres de la Independencia,  a nuestros luchadores por  la  libertad  y  la  justicia  social, a Anastasio Aquino, a Farabundo Martí, a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, a Mélida  Anaya Montes, a Guillermo  Manuel  Ungo, a Rufina  Amaya, a  Schafik  Hándal y a todas y todos los héroes y heroínas de esas gestas  gloriosas, a todas y todos los compatriotas  que han dedicado sus vidas a la causa de la democracia y el  progreso  social en El Salvador.

Agradezco a  mis  compañeros, de toda  una  vida  compartida  en la  lucha, el  honor  de otorgarme la  confianza de presidir, por  primera  vez  en la historia democrática  de  nuestra Patria, la Asamblea  Legislativa, el Primer Poder  del  Estado, en  representación de mi partido político  Frente Farabundo  Martí para la Liberación Nacional.

En  el  Año del  Bicentenario  del  inicio  de  las  luchas  por  la  Independencia  Patria, este evento  de Toma  de  Posesión  como  Presidente  de la Asamblea  Legislativa de  El  Salvador refleja sin duda alguna  la  madurez  cívica y democrática  que  ha  alcanzado la  sociedad  salvadoreña, que  este  día  es  testigo,  y  a  la  vez  protagonista,  de la  obediencia al  indiscutible mandato  popular, expresado en su momento en las urnas a favor de mi  partido,  el  FMLN. Es  significativo  que  esto  suceda  a  escasas  2  semanas  de  haberse  celebrado el Décimo Noveno Aniversario  de  los  Acuerdos  de  Paz, acuerdos que   pusieron  fin a  la  lucha  fratricida,  y abrieron  el  camino  de  la  democratización del país, el  respeto  a  los  derechos  humanos  y  a la  reconciliación  nacional.

Tiene  también  un  especial  significado,  para mí  en  lo  personal, y  para el  Partido  que  represento,  que  este  acto  tenga lugar un Primero  de  Febrero, fecha  en la que  conmemoramos 79 años del  fusilamiento  de  Farabundo  Martí,  patriota inspirador  de nuestras luchas  por la  emancipación social y la libertad. Con  su  martirio, precedido de  una  terrible  matanza  de  indígenas y  campesinos, se  inauguraba  una  de  las  noches  más  largas  y  oscuras  que  ha  vivido  el  pueblo  salvadoreño, la  noche  de  la  dictadura y la anulación de  las  libertades ciudadanas. Decía  nuestro  Poeta  Nacional  Roque  Dalton…“Todos  nacimos  medio muertos  en  1932. Sobrevivimos, pero  medio  vivos,  con  la  cuenta  de  treinta  mil  muertos  enteros”. Fue  sólo  con  la  abnegada lucha  de  décadas y, finalmente,  con  la  voluntad  mayoritaria de  paz y de  cambios del  pueblo  salvadoreño,  que fue  posible  superar esa  triste  etapa de  nuestra  historia.

La  transición  que  este  día  tiene  lugar  en  este Órgano  Fundamental  del  Estado no  es simplemente el  cambio  de  un  Presidente  por  otro.  Es,  en  una  perspectiva  más  profunda, un  pasó  más,  por  cierto muy  significativo,  en  la gran  transición  a  la  democracia  que se  inauguró  para  El  Salvador, con  la  firma  de  los  Acuerdos  de  Paz. Desde  ese momento  venimos  bregando  juntos, todas y todos los  aquí  presentes, por  avanzar  hacia  una  sociedad  libre  y  justa; incluyente, equitativa y  sostenible; digna, orgullosa  y  soberana.

Los  salvadoreños  y  salvadoreñas nos  comprometimos ante el mundo aquel  16  de  Enero  de  1992  a  dirimir  nuestras  diferencias  por  la  vía  civilizada  del  diálogo  y  la  sana competencia  electoral, y a  enmarcar  nuestras  acciones  en  los  principios  del  Estado  de  Derecho.

 No  ha  sido  fácil  el  camino: como  sociedad  hemos  vencido  obstáculos y adversarios  formidables,  desde aquellos  que  vieron en  la  paz  una  oportunidad  para  continuar, por  otros medios,  las antiguas prácticas de exclusión, odio e  intolerancia,  hasta las  dificultades propias  de  la  construcción  de  instituciones  modernas y democráticas, en  un país con  pocos  recursos; con elevados  índices de  pobreza y sometido  a  constantes  embates  de  la madre naturaleza.

Muy  a  pesar  de  ellos, hoy  en  día  podemos  decir  que  todos  los  esfuerzos  han  valido  la  pena. Que  estamos  lejos  de  ser  aquel país  donde  privaba  la  opresión  y  el  odio, donde  los  derechos  humanos  eran  pisoteados y violentados, donde  las  ideas  políticas  disidentes  eran perseguidas  y  castigadas,  donde se  imponía  la tortura,  el  asesinato político, las  desapariciones  forzadas, la  cárcel  injusta, el  exilio amargo, para  aquellos que se atrevían a desafiar  al  régimen dictatorial  imperante.

Posiblemente  sea  muy  temprano, en  términos  históricos,   para  valorar  en  toda  su  magnitud  los  logros  democráticos que  como sociedad  hemos  alcanzado  en  apenas  2  décadas. Posiblemente  las  angustias  cotidianas, producto  de la  violencia  social  y de las  carencias  económicas, que  todavía  golpean  a  amplios  sectores  del pueblo, nos  impidan  ver  a  plenitud lo avanzado, y prevalezca por  momentos el  fatalismo y la desesperanza. Empero,  cuando se  escriba  la  Historia de  El  Salvador,  cuando las pasiones  de  las  disputas  egoístas y sectarias y  el  exacerbado pesimismo  hayan  dado paso  a la  reflexión  serena  y reposada, deberá  reconocerse  que  fue  precisamente  en  esta  época,  en  el  transcurso de la presente  generación, cuando  la  sociedad  salvadoreña cimentó el  sistema  político democrático y se  inició  el  camino  hacia  la    inclusión  y  la  justicia  social y la prosperidad de  la  Nación.

Por  ello  no  puedo  dejar  de  recordar en  este  momento  y rendirle un emocionado tributo, a  uno  de  los  más  grandes  hombres  que  ha  dado  nuestra  Patria, luchador  incansable  por  la  democracia, forjador de los  Acuerdos  de Paz, líder  político  y parlamentario infatigable, ejemplo  moral  para  presentes  y  futuras  generaciones, a  quien  El  Salvador le  debe mucho  de  lo  hasta  ahora avanzado. Me  refiero  a  nuestro  entrañable  compañero y  maestro Schafik  Jorge  Hándal. Todavía  resuenan  en  este  recinto  sus valientes y apasionados discursos  en  defensa  de  la  Constitución y la  legalidad  y, sobre  todo, en  defensa de  la  justicia.

Queridos compatriotas, autoridades que nos acompañan, Colegas  Diputados y  Diputadas, Invitados todos:

Es  oportuno  poner  en  contexto la  ceremonia  que  hoy  tiene  lugar  en  este  Salón  Legislativo. Hace ya   más  de  año  y  medio  se  produjo  finalmente  la  alternancia  en  la  Presidencia  de  la  República, inaugurándose,  por  voluntad  soberana  del  pueblo;  una  época  de  grandes  cambios  en  la  vida  nacional liderados  por  el  Presidente de la República, nuestro Presidente,  Mauricio  Funes. 

Meses  después,  esta  misma  Asamblea  Legislativa  fue  gestora  de un positivo acontecimiento,  cuyas  repercusiones están marcando  la  vida del  país en varios órdenes. Me  refiero  a  la  dignificación y reivindicación de  la  Corte  Suprema  de  Justicia, con  la  elección de  magistrados que observan el  principio de  la  independencia  judicial,  principio esencial  y  necesario  para la  salud    institucional  de la República. Poco a  poco  va  quedando  atrás el  tiempo  cuando  los  fallos  del máximo tribunal de justicia  eran  motivados por  conveniencias  políticas  o intereses de un  sector  u  otro. El  tiempo  en  que  la  Constitución  era vulnerada y mancillada.

En  esa  misma lógica, en esa  dinámica democrática y de cambios que  hemos desatado  como  sociedad,  y que ya es  imposible    detener, hoy asistimos a la  inauguración  de  una  Presidencia  de  la  Asamblea  Legislativa  conforme  a la  clara, inequívoca y expresa  voluntad popular. Una Presidencia que  repetidamente  se  le  negaba  al  Partido Político  mayoritario  en  esta  Asamblea. Debemos ubicar entonces este  relevo    como  parte  de  este  largo proceso, a  veces  tortuoso,  a  veces lento, pero  siempre  ganando  terreno  en  positivo; este proceso  de  transición  democrática  de  nuestro  país.

En  este  punto,  es válido  hacer  una  reflexión  sobre el rol constitucional y político de la Asamblea Legislativa. Los  parlamentos,  llámensele  Congresos; Cámaras de  Diputados  o Asambleas,  ocupan  un  lugar  central en los  sistemas  políticos  democráticos. Su  función  va  más  allá  de  emitir  o  reformar leyes  y  decretos, aprobar  presupuestos, elegir  altos  funcionarios y aprobar  informes  del Gobierno. Nuestra  Constitución,  en  lo  particular,  le  asigna  a  esta  Asamblea  un  papel  central  en  las  decisiones  de  Estado, al  punto  que  la  Asamblea  puede  reformar  la Constitución misma, además  de  cumplir  con  un   delicado,  pero  irrenunciable papel,  de  ser  parte  vital  del  andamiaje  de  pesos  y  contrapesos,  propio del sistema político republicano.

La  Asamblea  es,  al  mismo  tiempo,  la  receptora  principal  de  las expectativas, quejas, demandas y aspiraciones  de  los  ciudadanos. No  es  casualidad  entonces, que la  prestigiosa consultora de  opinión  pública LATINOBARÓMETRO, señale  en  una  reciente  investigación, que  el 56% de  los salvadoreños  consideran  que “…no  puede  haber  democracia  sin Congreso o Asamblea Legislativa”. Considera también  un  64% de  los  ciudadanos  salvadoreños, según  esa  misma medición, que “no  puede  haber  democracia  sin  partidos  políticos”.  Pero  al  mismo  tiempo,  como un poderoso  llamado de  atención, nos  alerta que sólo  un  25% de  los  ciudadanos expresa “confianza  en  la  Asamblea”, ubicándonos  en  el  décimo quinto lugar  en una  lista de  19  países latinoamericanos. Si  bien  es  cierto que  el  promedio  de la  región en  cuanto  a  confianza  en los  Congresos es  de  un  modesto 34%, eso  no  puede ni debe  de  servirnos de  consuelo.   

Por  ello, y  por  otras  razones  no  menos importantes, esta Asamblea Legislativa está llamada a  realizar grandes  esfuerzos, para elevar  su  credibilidad, su autoridad política y ser  depositaria  de  una  mayor  confianza  ciudadana. Nuestra Asamblea debe  constituirse  en  un  elemento  central  en  la  legitimación y fortalecimiento de  la  política  y  del  sistema  político, incluyendo a los  partidos  políticos. Si  la  Asamblea gana  prestigio  y  autoridad, se  consolida la  democracia, se  vigoriza  y legitima el  ejercicio  de la representación de la  ciudadanía.

Por  el  contrario, si la Asamblea es  señalada  como  una  entidad  donde  se ejercen prácticas cuestionables, lugar donde fomentan anti-valores, pierde  calidad  y  contenido nuestra  incipiente  democracia, se  debilita la  confianza  del  pueblo  en  las instituciones  y  en  la  eficacia  del  sistema  político. Si esta  tendencia  se  consolida, como  sociedad  corremos  el  riesgo  de socavar  todo lo positivo que el país ha logrado  desde  que  firmamos  los  Acuerdos  de  Paz.

Por  ello, los  Diputados  y  Diputadas  estamos  obligados  a  ejercer de  manera acertada  nuestro rol  de  representantes  del  pueblo. El  compromiso de representar  fiel y éticamente los  intereses  de  nuestros electores y del  pueblo  en  general no  acaba cuando  nos  instalamos  en  nuestras  curules. Al  contrario, allí  es  donde debemos empezar a cumplir a  cabalidad  con  el  mandato  que  nos  ha  sido  encomendado y con los  compromisos que hemos  asumido frente  a  los  electores.  

Es  un  hecho que han existido muchas expectativas sobre lo que podría ser una Presidencia del FMLN en la Asamblea Legislativa.   Gracias a Dios, la mayoría ha expresado esperanzas de cambio y mejoría, de  renovación de la  imagen y la  credibilidad  de  este  Órgano  Legislativo, de fortalecimiento  de  la  búsqueda  de  concertación y  acuerdos positivos para  la  vida  de  la  gente. 

Quiero por  ello este  día destacar, como   un  imperativo  político  y un acto de  justicia, que  esta  nueva  etapa  en  la  vida  legislativa,  no  hubiese  sido  posible  sin  la  voluntad firme  de  todas  las  fuerzas  parlamentarias que  pactamos  el  Protocolo  de  Entendimientos Legislativos en  Octubre  de 2009. Este  evento de inauguración de  una  nueva  Presidencia  Legislativa demuestra  que  en política, al contrario  de  lo  que algunos  proclaman, la  palabra  empeñada sí tiene valor  y  que los  compromisos  se  honran, enalteciendo  y  dignificando  el  sentido de  la  política.

Deseo en  este  punto  hacer  especial  mención  de mi  predecesor, Diputado  Ciro  Cruz  Zepeda Peña, a  quien  le  expreso mi reconocimiento y  mi  agradecimiento, por los  múltiples  consejos y valiosas sugerencias, producto  de  su  larga  experiencia  como dirigente  político,  como legislador y por  haber  presidido  esta  Asamblea por  varios  períodos. Todos los  presentes  en  este  recinto  le  reconocemos  sus  habilidades para  gestar  acuerdos y facilitar  la  gobernabilidad  del  país. 

Debo manifestar que, personalmente, el presidir este  Primer Órgano de  Estado se convierte en un enorme desafío,  que conlleva dar lo mejor de mí, en  esfuerzo, entrega y trabajo. Quiero pues comprometerme a impulsar, desde este primer día,   medidas que incrementen la  transparencia de  la  gestión  legislativa y el acceso que tiene la población a los detalles del  trabajo que  hacemos en  esta Asamblea, y  al mismo  tiempo  elevar la  calidad de los  debates  y  la  eficacia y legitimidad de las decisiones que  aquí se  adoptan.

En  concreto, esta Presidencia se compromete ante el  pueblo a  practicar  una  política  de  puertas  abiertas  a  la  ciudadanía  y  a  los  medios  de  comunicación. Reforzaremos la  proyección  comunicacional  de  la  Asamblea en  todo  sentido, para  que  la  ciudadanía  esté  permanente y  oportunamente informada  de  la  labor  de  sus  representantes.

A partir  de  este  día, gracias al  apoyo decidido  de uno de  los mayores  operadores de  telecomunicaciones del país, estamos  ampliando la  transmisión  de  la  señal de  televisión por  cable  de  nuestras  actividades,  siete  días  a  la  semana, introduciendo programas  novedosos para que  debatan  los  diputados y  diputadas  y  que participe activamente la  ciudadanía. Agradezco a todas  las  empresas  privadas  de  comunicaciones, y a  los  medios  del  Estado, por  ayudarnos a llevar  la  voz y la  imagen  de  la  Asamblea  a  nuestros  compatriotas.

También, iniciaremos de inmediato los trabajos  preparatorios para  que  esta  institución  sea la  primera  en  adaptarse  a  los  requerimientos  de  la  nueva  Ley  de  Acceso a  la  Información  Pública, una  vez ésta entre en  vigencia. Desde este  momento,    hemos dispuesto  publicar, en  nuestro  Portal  Legislativo  de  internet,  el Presupuesto   de  esta  Asamblea  Legislativa y su  respectiva  Ley  de  Salarios.

En  esa  misma  línea, adoptaremos  medidas  que se traduzcan en una gestión más  cristalina de  los  recursos  financieros de  la  institución, publicitando ampliamente  las  compras y contratos institucionales,  ciñéndonos  estrictamente a lo  prescrito  en  la  Ley.

Un  elemento  central  de  la  fortaleza  y  credibilidad  de una  institución  pública  es  el  compromiso ético  de  sus  miembros  y empleados con  sus  responsabilidades  laborales. En  tal  sentido, me  propongo,  con  la  ayuda  y  acompañamiento  de  mis  colegas  en  la  Junta  Directiva y demás  diputados  y  diputadas,   adoptar  medidas  para volver  más  eficiente  el  trabajo y  el  uso  del  tiempo  en  las  Comisiones  Legislativas  y  en  las  Sesiones  Plenarias.

El  tiempo  de  los  Diputados  y  Diputadas,  y  de  los  ciudadanos que atienden  las  actividades  de  esta  Asamblea,  es  valiosísimo, y por  ello  vamos  a  respetar los  horarios señalados  para  el  inicio  de  las  sesiones  plenarias  y  otros  actos  oficiales.  Así  mismo, vamos  a  adoptar  medidas para que las  sesiones plenarias  que se  prolongan  hasta horas  de  la  madrugada, sean  un recuerdo  del  pasado, excepto  en  situaciones  de  evidente  emergencia  nacional.

A todos los Grupos políticos, que conformamos este Congreso, quiero reiterarles, que tendrán de parte de este servidor, toda la cooperación, ayuda, trato  respetuoso  y  equitativo, en los  asuntos administrativos de esta Asamblea, además  de  un  diálogo  político  permanente.

Es  importante  que  el  personal  que  trabaja  para  este órgano de  Estado  brinde  lo  mejor  de  sí  para inyectar  un  nuevo  dinamismo a la  actividad  parlamentaria. Ustedes, empleados de  esta Asamblea,  son parte  invaluable  de la  institución y  esperamos por  ello que se  reafirme  su  compromiso con  la misma, elevando la  responsabilidad laboral y la calidad  del servicio  a  la  ciudadanía.

En  este  contexto quiero manifestar que quienes  trabajan  en  esta  Asamblea, deben tener derecho a ostentar  mayores  responsabilidades en  la  medida  en  que  se  capacitan y  adquieren nuevos  conocimientos  y  destrezas. Esta  Asamblea debe  responder  a los  retos  de  legislar  en un  entorno  económico, jurídico, social y  político, local  e  internacional, cada  vez  más  complejo  y  cambiante.

Uno  de  los  grandes  proyectos  que  espero impulsar, con el apoyo de  mis  colegas  Directivos,  es  el  de  la  creación  de  la  Escuela  de  Capacitación  Legislativa, una  entidad  de  elevada  calidad  académica y rigurosos  estándares de  estudio, para  que  nuestro  personal y también los  Diputados y  Diputadas, puedan tener acceso  a   técnicas legislativas y  conocimientos de  avanzada, que  les faciliten  emitir  leyes que  hagan  sentido con las  necesidades  de  la gente  y  del  país  en  general.

Autoridades presentes, Colegas  Diputados y  Diputadas,   amigos  que  nos hacen  el  inmenso  honor  de  compartir  con  nosotros  este memorable evento: 

El  Salvador vive  un  momento  inédito  de  su  historia. Grandes  cambios  se  han  iniciado, pero  desafíos enormes nos aguardan y amenazas  de  dimensiones preocupantes se  ciernen sobre  el  presente  y  futuro  del  país. El quehacer de la Asamblea Legislativa no puede estar al margen de esta realidad nacional e internacional, ni de los actores sociales que se ven afectados por la legislación y  otras  decisiones, que  resultan de nuestro quehacer.

En el Informe sobre Desarrollo Humano El Salvador 2010 “De la Pobreza y el Consumismo al bienestar de la gente. Propuestas para un Nuevo Modelo de Desarrollo”, presentado  recientemente  por  el  PNUD, se concluye, en base a un análisis exhaustivo, que los modelos de  desarrollo puestos en práctica en El Salvador no han generado un mayor bienestar para la población, es decir que no promovieron un mayor desarrollo humano para el pueblo salvadoreño.

Para confirmar con datos, el PNUD afirma que El Salvador registra en promedio una tasa de crecimiento del PIB per cápita de un exiguo 1.1% durante los últimos 50 años, debido, entre otros aspectos, a desequilibrios macroeconómicos y a la dirección que se le ha dado a las políticas económicas y sociales, al querer generar una competitividad en la producción a través de bajos empleos, en  lugar de enfocarse en superar el desempleo  y el subempleo y  elevar la  productividad  del  trabajo.

La  Asamblea Legislativa, como  órgano  fundamental  del  Estado, tiene  que  ponerse  a  la  altura  de esas  circunstancias, que  de no abordarse  y superarse  con  diligencia, amenazan con postergar indefinidamente las posibilidades de  salir del subdesarrollo, el atraso y la pobreza. Debemos pues  ser  consecuentes con los  retos y responsabilidades  que  el  momento  histórico nos exige.

Ya no podemos seguir legislando en base a modelos que fracasaron en nuestro país. Nuestros amigos del PNUD nos confirman que este objetivo solo se logrará a partir de la adopción de un nuevo modelo cuyo énfasis esté en el  precepto que “la verdadera riqueza de una Nación  es  su  gente”.

Comparto pues con el PNUD, la idea de que el desarrollo del país solo se alcanzará desde “la unidad nacional, el trabajo duro, el ahorro, la inversión en la población salvadoreña y en aprovechar las oportunidades”.

Por  eso  mismo, este Primer Órgano del Estado, debe asumir su responsabilidad de legislar en función del bienestar de todos los salvadoreños y salvadoreñas,  y procurar que los derechos constitucionales como el derecho a la vida, a la integridad física y moral, a la libertad, a la seguridad, a la justicia, al trabajo, a la propiedad y posesión, no les sean negados a ninguno  de  los habitantes  de  la  República.  El pueblo salvadoreño, a través de la educación, el trabajo decente, la salud, un techo digno, entre otros aspectos, debe tener la oportunidad de superarse, al  tiempo  que  construye una  relación armoniosa con el medio ambiente.

Estoy  persuadido, que dada  la  magnitud  de  los  retos  y  la  complejidad del  panorama económico y social, que no solo afecta a nuestro país  El Salvador, sino que a todo el mundo, la única forma de crear leyes y políticas económicas y sociales que conduzcan a una mejor forma vida para nosotros y nuestros descendientes, es a través de la concertación y  la  construcción de  consensos, del trabajo en conjunto con los diferentes grupos parlamentarios y con el resto de Órganos e  Instituciones del Estado.

Es  imprescindible, así  mismo, que  la  Asamblea  Legislativa cultive  y  multiplique  los  vínculos  de  comunicación  e  interacción  con  todos  los  sectores  de  la  nación,  con  los  empresarios  y  los  trabajadores,  con  las  organizaciones  ambientalistas  y  las  que  promueven la  igualdad de  hombres  y  mujeres, con los defensores  de  los  derechos  humanos, con la comunidad  educativa, con los  profesionales, con las  diversas iglesias, con los  jóvenes  y  con los pensionados, en  fin,  con  todos  aquellos  cuyos  intereses  pueden  verse  afectados o que pueden  contribuir a adoptar mejores  decisiones  legislativas.

En tal sentido, la  Presidencia  Legislativa puede  y  debe  jugar  un  papel  más  proactivo, propiciando  acercamientos y  concertación  entre  los  actores  políticos, y  de  estos  con todos los  sectores  nacionales. Tenemos  también que  acercarnos  más  e  incluir en  la  agenda  del  desarrollo y  la  democracia en el  país a  nuestra  comunidad  de  migrantes  en  el  exterior, a   quienes  les  debemos  respeto y  gratitud infinitas. Así mismo, tenemos que  contribuir  a  fortalecer  la  integración y la unidad con  las  naciones  hermanas de Centroamérica y  América  Latina y el Caribe,  y la  amistad  y  cooperación  con  otros países  y  regiones  del  mundo.

La  agenda  legislativa  que  tenemos  por  delante es extensa, y  las  circunstancias  exigen  que  esta  Asamblea, que  todos  los  diputados  y  diputadas,   multipliquemos nuestros  esfuerzos  para  cumplir  con  las  expectativas  ciudadanas.

Es  impostergable aprobar  la  Ley  de  Medicamentos. No  puede  seguir engavetada  la  Ley de  Ordenamiento  y Desarrollo  Territorial, que  puede  garantizar  un  desarrollo equilibrado del país. Hay  que  tener  la  valentía  de  acabar en  El  Salvador  con la desigualdad  entre  géneros y con la discriminación  hacia  las mujeres, aprobando  la  Ley y la  Convención Internacional que abordan esa  problemática. Debemos legislar para estimular la  creación de  empleo decente, apoyando  a  nuestros productores  del  agro y además  fomentar la  producción y la productividad industrial, los  servicios de  calidad y las  exportaciones del  país, al  tiempo que  brindamos  seguridad  jurídica  a  la inversión nacional y foránea.

Hay que ser  consecuentes  con  nuestros  hermanos y hermanas  migrantes, y  aprobar  finalmente  la  ley  que  desde  hace  años impulsamos, para que el  Estado  salvadoreño  los  proteja  y  los  apoye,  en  toda  circunstancia, y  que  se  les  permita además participar con  su  voto en el proceso democrático del  país. Como parte  de  la  modernización del  sistema  político, hay que aprobar   una  Ley de  Partidos  Políticos, que garantice transparencia, equidad y mayor participación ciudadana  en el quehacer  de los  institutos políticos.

Tenemos  el  reto  de  emitir leyes que le  den  más  eficacia a  nuestra  Policía  Nacional  Civil y  al  sistema  judicial, para hacer  retroceder y  castigar  a  los  criminales y a  la  delincuencia  en  general. Al  mismo  tiempo, debemos  avanzar  para  que  El  Salvador sea  un  país  donde  se  respetan  plenamente  los  derechos  humanos y se supere  para  siempre la  impunidad. En  tal  sentido, es inaplazable  ratificar instrumentos como el  Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de  Derechos  Económicos, Sociales  y  Culturales, y  adherirnos sin más  dilación a la  Corte  Penal  Internacional, creada  por  el  Estatuto  de  Roma. 

Como  podemos  constatar, la  agenda de  trabajo de  esta  Asamblea, es extensa y  compleja. Su impulso y final materialización demanda el  concurso de  todos y todas. Por ello, desde  la  Presidencia  de  este Órgano reafirmo mi  compromiso  de  trabajar  diligentemente,  con  todos  los  Grupos  Parlamentarios, y con  el  Presidente  de  la  República  y  su  Gabinete de  Gobierno, para  que  aceleremos el paso,  cooperando para  dotar  al  país de  legislación apropiada y moderna, a la  altura  de  sus  necesidades.

La  Presidencia  de  la  Asamblea  Legislativa jugará  un  papel más  dinámico, para generar  esos  espacios de diálogo entre los  sectores, procurando acercar posiciones y finalmente hacer posible el surgimiento de  acuerdos que aporten soluciones a  los  problemas de la  Nación.

Hermanas  y  hermanos salvadoreños, distinguidos  invitados:

En  el cumplimiento de ese  cometido, le  pido  a Dios  que  me  dé la  HUMILDAD suficiente para  buscar y tender  puentes a  todos los  interlocutores necesarios, la  SERENIDAD para escuchar sus opiniones, disensos y hasta sus críticas, y la  SABIDURÍA para orientar mis  pasos   en una  única y  especial dirección: servir a  mi  pueblo y a  mi  Patria con lealtad y verdad,  y buscar desde esta casa, que es la Casa del Pueblo, la UNIDAD que requiere nuestro país para  superar  cualquier desafío y salir  adelante.

MUCHAS  GRACIAS!

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