Mientras los disturbios se extienden por el mundo árabe, Israel es un modelo de estabilidad - Periódico EL Pais

Mientras los disturbios se extienden por el mundo árabe, Israel es un modelo de estabilidad

 Análisis

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    • Israel llevó a cabo la primera de sus 18 elecciones en 1949
    • EE.UU. afronta un dilema difícil en el mundo árabe
    • Las democracias son los mejores aliados
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  • Por Alan Elsner, Director Ejecutivo de Comunicaciones en TIP

     

 

 

Manifestantes en El Cairo

 

Washington, 30 de enero – Mientras los disturbios se extienden por el mundo árabe, amenazando con derrocar al régimen del Presidente egipcio Hosni Mubarak, que lleva 30 años en el poder, Israel se eleva como una isla de estabilidad política en la región y como el aliado más confiable de los Estados Unidos.

 

Los acontecimientos se desencadenaron a raíz del derrocamiento, a comienzos de este mes, del Presidente de Tunes Zine El Abidine Ben Ali. Han estallado protestas también en Jordania, Yemen y Argelia – pero es Egipto el que se mantiene firmemente en el centro de atención, particularmente por su status como aliado estratégico de los EE.UU. y debido a su tratado de paz con Israel.

 

La inestabilidad está conmocionando también al Líbano, donde cayó el gobierno pro occidental y aparentemente será reemplazado por un régimen dominado por Hezbollah, respaldado por Irán.

 

Todo esto ilustra, quizás en una forma más dramática de lo normal, cuán diferente es Israel de todos sus vecinos.  Siendo una democracia viva y agitada, los acontecimientos que tienen lugar en las calles de los países árabe en toda la región serían impensables en Jerusalén o Tel Aviv.

 

Israel llevó a cabo sus primeras elecciones para elegir una asamblea constituyente que posteriormente pasó a ser la Knéset (Parlamento) en enero de 1949, menos de un año después de haber declarado su independencia. Aunque el país seguía estando, oficialmente, en guerra con los países árabes que lo habían invadido con la intención de destruir al incipiente estado judío, la votación se llevó a cabo. Desde entonces han habido otras 17 elecciones, efectuadas a intervalos regulares – una secuencia que no ha sido interrumpida ni por la guerra, ni por asesinatos, ni por el terrorismo.

 

En los últimos comicios realizados en febrero del 2009, 12 partidos obtuvieron escaños en la Knéset, incluyendo a tres partidos predominantemente árabes, además de partidos que representan a la Derecha, a la Izquierda, al Centro y a algunas de las corrientes del Judaísmo Ortodoxo.

 

Pero la democracia requiere de mucho más que la realización de elecciones. Requiere de la libertad de prensa, la libertad de reunión y la libertad para comunicarse y organizarse. Requiere de un poder judicial independiente y de un despliegue de organizaciones no gubernamentales que representen a diferentes grupos y sectores como los grupos de trabajo, las empresas privadas, las mujeres, los homosexuales, los inmigrantes, los adultos mayores, los grupos ecologistas, los defensores de la salud – etc.

 

Todos ellos – y más – existenten en Israel.

 

Obviamente, la corrupción y el abuso de poder hacen peligrar cualquier democracia. Pero cuando Israel se ha confrontado con ese tipo de problemas, han sido tratados, incluso los casos que ocurrieron en los más altos escaños del poder. El ex Primer Ministro Ehud Olmert fue obligado a renunciar en el 2008 bajo sospechas de haber recibido soborno y haber falsificado viáticos. El ex Presidente Ezer Weizman renunció en el año 2000 después de que periódicos arguyeran que había recibido dinero de hombres de negocios sin informar al respecto. Su sucesor, Moshé Katsav, dejó el cargo deshonrado en medio de acusaciones de conducta sexual inapropiada y fue condenado recientemente por violación.

 

La democracia de Israel sobrevivió también el impacto del trágico asesinato del Primer Ministro Itzjak Rabín en 1995 cometido por un extremista con la esperanza de suspender el proceso de paz.

 

Otros países en el Medio Oriente han llevado a cabo elecciones ocasionalmente – pero suelen ser el caso de una persona, una votación, una vez. En enero del 2005 se efectuaron elecciones locales en Gaza, que llevaron al poder al movimiento fundamentalista islámico Hamás, respaldado por Irán. Eso ocurrió hace seis años y no hay probabilidades de que los habitantes de Gaza vuelvan a votar en el futuro próximo.

 

En el 2007, Hamás aplastó brutalmente la oposición del partido político de Fátaj. Una encuesta realizada por The Israel Project en Gaza en octubre pasado reveló que Hamás cuenta tan sólo con un 40 por ciento de apoyo, y se encuentra considerablemente por detrás de Fátaj, el partido del Presidente Mahmoud Abbas – pero, obviamente, los habitantes de Gaza no tienen oportunidad de expresar su voluntad de un modo democrático.

 

Otros países árabes han realizado elecciones falsas o las han robado. Siria llevó a cabo un «referéndum» presidencial en el 2007 para confirmar en el cargo al Presidente Bashar al-Assad. El referendo fue aprobado debidamente por el 97,62 por ciento de los votos. Las últimas elecciones efectuadas en Egipto el 28 de noviembre del 2010, estuvieron marcadas por acusaciones de votos múltiples, intimidación y juego sucio. Muchos candidatos de oposición boicotearon la farsa de comicios en los que el Partido Nacional Democrático obtuvo cerca del 95% de las 221 bancas en la primera rueda.

 

La ola de disturbios que amenaza ahora con derrocar a Mubarak ha colocado a Estados Unidos en una posición difícil. Durante décadas, ha apoyado a Mubarak y otros líderes árabes autoritarios, a falta de una alternativa mejor. La revolución iraní de 1979 ofrece una discordante lección acerca de lo que puede ocurrir cuando un régimen corrupto y no democrático es reemplazado por uno aún peor. El gobierno del Shah, indudablemente, fue un cruel abusador de los derechos humanos – pero el fundamentalismo islámico de los ayatolás, que lo reemplazó, ha sido miles de veces peor y ahora amenaza a la paz mundial con su programa de armas nucleares.

 

No hay respuestas fáciles para el dilema de Washington. Pero la lección global es clara. Los Estados Unidos necesitan de más amigos democráticos en la región. Amigos en los que pueda confiar. Amigos como Israel.

 

 

 

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