La Embajada de Costa Rica en El Salvador saluda muy atentamente a las Honorables Misiones Diplomáticas y Organismos Internacionales acreditados ante el Ilustrado Gobierno de La República de El Salvador en ocasión de remitir adjunto, Discurso de la Presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en fecha 23 de septiembre de 2011.
La Embajada de Costa Rica en El Salvador aprovecha la ocasión para reiterar a las Honorables Misiones Diplomáticas y Organismos Internacionales acreditados ante el Ilustrado Gobierno de La República de El Salvador las muestras de su consideración.
Discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas
Laura Chinchilla M.
Presidenta de Costa Rica
Señor Presidente,
Señoras y señores Jefes de Estado; Delegados e invitados
Amigos todos:
Me complace comenzar este discurso con una calurosa felicitación al Secretario
General, Ban Ki-Moon, por su reelección al cargo que ha ejercido con tanta
eficacia y probidad. Sus aportes a la Organización, a la comunidad internacional
y al sistema multilateral durante estos primeros cinco años han sido notorios.
Sabemos que se multiplicarán durante los que siguen.
Felicito también al Presidente del sexagésimo sexto período de sesiones de
la Asamblea General, embajador Nassir Abdulaziz Al-Nasser. Su experiencia,
habilidad y entrega constituyen garantías de buen trabajo.
A ambos deseo lo mejor en el ejercicio de sus trascendentales funciones. Como
siempre, tendrán pleno respaldo de Costa Rica en sus afanes en pro de la paz,
la seguridad, la democracia, el desarme, los derechos humanos, la vigencia del
Estado de derecho, el desarrollo sostenible, la mediación y la solución pacífica de
conflictos.
Me complace, también, dar la bienvenida a Sudán del Sur como nuevo miembro
de la Organización. Auguro a su pueblo un futuro próspero, pacífico y seguro.
El surgimiento de este nuevo Estado testimonia, precisamente, los logros que
pueden alcanzarse, incluso en un contexto de violencia endémica, gracias a las
negociaciones serias y a la mediación internacional.
Los estimulantes, intensos y aún inciertos movimientos de cambio político y social
que se han extendido por el norte de África y el Medio Oriente durante este año
testimonian, por su parte, la fuerza universal de la democracia como aspiración, de
la expresión libre como acicate y del respeto a la dignidad humana como exigencia
impostergable.
Nuestra admiración hacia esos pueblos es tan grande como la esperanza de que
logren forjar, en paz, sistemas políticos y sociales tolerantes, libres, dinámicos,
respetuosos de sus habitantes y abiertos hacia sus vecinos.
Señor Presidente:
Desde lo más profundo de sus raíces colectivas, Costa Rica se identifica
plenamente con la democracia, la paz y los derechos humanos. Son valores que
compartimos con la inmensa mayoría de los centroamericanos.
Su irrespeto, combinado con la exclusión social, las aberraciones del militarismo
y el eco mortífero de la Guerra Fría, sumió a gran parte de Centroamérica
en intensos conflictos hace casi cuatro décadas. Tras decenas de miles de
muertos, gracias al diálogo y la mediación, nuestra región superó las peores
manifestaciones de violencia política. En esos agobiantes momentos, Costa Rica
contribuyó de forma determinante a forjar y hacer realidad los acuerdos de paz de
Esquipulas, que abrieron el camino a la reconciliación.
Desde entonces, el avance ha sido lento y errático. Como parte del proceso, hace
15 años, los países centroamericanos suscribimos el Tratado Marco de Seguridad
Democrática. Pero el tiempo transcurrido desde entonces ha sido insuficiente para
consolidar la “región de paz, libertad, democracia y desarrollo” que prometimos a
nuestros pueblos.
Peor aún, en la actualidad somos víctimas de una nueva y terrible agresión: la
arremetida fría, funesta y feroz del crimen organizado transfronterizo. Con su
acción, ha generado inseguridad, debilitado instituciones, corrompido funcionarios,
impulsado la adicción, truncado la vida de miles de jóvenes, destruido familias
y convertido en delincuentes a humildes jefas de hogar.
erosionando el tejido básico de nuestra convivencia social y ha puesto en jaque la
existencia misma del Estado de derecho en algunos países.
Este flagelo ha
Reitero hoy lo que dije durante la Conferencia Regional sobre Seguridad en
Centroamérica, celebrada en Guatemala el 22 de junio recién pasado: nuestra
región es víctima de una geopolítica perversa. Por estar ubicada entre los grandes
centros de producción y el mayor mercado consumidor de drogas del mundo,
nos hemos convertido en blanco de la dinámica de muerte que ambos generan,
y debemos asumir exponenciales costos materiales, institucionales y humanos.
Lo que para algunos de los principales actores en este conflicto son simples
daños colaterales, para los centroamericanos implican desafíos extremos y
desgarramientos profundos.
De aquí nuestra gran frustración. De aquí nuestra exigencia a la comunidad
internacional, en particular a los grandes consumidores de drogas y productores
de armas que materializan la violencia, para que asuman plenamente, y sin más
retraso, las responsabilidades que les corresponden.
La conferencia sobre seguridad en Centroamérica, a la que asistimos todos
los presidentes de la región, desde México hasta Colombia, marca una
esperanzadora inflexión. Allí logramos coordinar estrategias. Allí coincidimos
en que debe existir un abordaje integral de la violencia, que pase por el
fortalecimiento institucional y del Estado de derecho, la prevención integral y el
combate al delito. Logramos, además, que la comunidad internacional dirigiera sus
ojos y algunas promesas hacia nosotros.
Sin embargo, aún está por verse si las estrategias se transformarán en acciones
eficaces, y si contaremos con suficiente apoyo de recursos externos para
impulsarlas. Esos recursos no son una simple ayuda. Son una compensación
moralmente ineludible y pragmáticamente indispensable para que podamos
asumir, al menos en parte, la inversión necesaria para impulsar la paz, la
estabilidad y la seguridad.
El Secretario General de las Naciones Unidas ha insistido, con razón, en la
necesidad de impulsar la diplomacia preventiva. Me sumo a ese llamado y, como
Presidenta de Costa Rica y ciudadana de Centroamérica, insisto ante el mundo en
que no esperemos más para actuar y evitar una mayor tragedia en nuestra región.
Ya es tarde. Luego será trágico.
La diplomacia preventiva exige voluntad política. Nos aproximamos a otra
coyuntura en la que esta será puesta a prueba. Me refiero a la próxima
conferencia para alcanzar un Tratado sobre el Comercio de Armas, que Costa
Rica ha impulsado activamente junto a otros Estados. Necesitamos que de ella
surja un texto robusto, integral y exigente, capaz de controlar con eficacia los flujos
de las máquinas de muerte que atizan todo tipo de conflictos.
La diplomacia preventiva implica también, en su más profunda esencia, impulsar la
democracia y los derechos humanos, y respetar el Estado de derecho como piedra
angular de la seguridad y la convivencia internacional.
Costa Rica lo sabe muy bien. Desde que, en 1949, abolimos el ejército, nuestras
únicas líneas de defensa han sido las profundas convicciones civilistas de nuestro
pueblo, la solidez de nuestras instituciones, y los instrumentos que ofrece el
sistema multilateral. De esas defensas también depende la seguridad de otras 26
democracias desarmadas en el mundo. Merecemos ser escuchadas y atendidas.
Señor Presidente:
Hace poco menos de un año, nuestra confianza en el derecho internacional y
los instrumentos e instituciones que le dan vida fue puesta a prueba. En octubre
pasado, tropas y personal civil nicaragüense invadieron y ocuparon una
parte de territorio nacional, en clara violación de nuestra soberanía, de los
acuerdos limítrofes y del derecho internacional.
Tras agotar las posibilidades de un arreglo bilateral digno, acudimos a distintos
foros del sistema regional e internacional. El Gobierno de nuestro vecino
desconoció varios de ellos. Finalmente, gracias a medidas de urgencia ordenadas
por la Corte Internacional de Justicia, los contingentes nicaragüenses debieron
abandonar nuestro suelo. Sin embargo, mientras esperamos el fallo definitivo
de la Corte, Nicaragua, burlando sus órdenes, ha continuado las provocaciones
y violaciones puntuales a las medidas provisionales; más aún, ha amenazado
con otras acciones que podrían vulnerar nuestro territorio. Esperamos que no se
produzcan. Pero, si así fuera, reactivaremos con energía nuestra acción ante los
mecanismos del sistema internacional.
Lo único que demandamos de esta Organización, y del sistema multilateral en
general, es atención rápida y oportuna frente a posibles agresiones. La comunidad
internacional no puede condicionar su acción preventiva a que se activen las
armas de hermanos contra hermanos. Debe reaccionar no solo en función de la
cantidad y magnitud de las detonaciones, sino de la gravedad y persistencia de las
violaciones.
De lo contrario, el mensaje para el mundo sería funesto. Implicaría que, para
movilizar la diplomacia, la ruta más corta pasa por la sangre. Como país y como
pueblo, rechazamos enfáticamente esta idea.
Señor Presidente:
Por nuestra convicción sobre la importancia del Estado de derecho, de los
derechos humanos y del derecho humanitario, hace un año comuniqué a esta
Asamblea nuestra aspiración de integrar el Consejo de Derechos Humanos. Hoy
agradezco el generoso respaldo que ustedes nos brindaron para lograrlo.
Nos mantendremos fieles a las promesas formuladas entonces, y a las propuestas
que impulsamos durante la revisión del Consejo en Ginebra y Nueva York.
Los insto, en particular, a respaldar una iniciativa cuya hora ha llegado: la
Declaración de las Naciones Unidas sobre educación y formación en materia de
derechos humanos, que Costa Rica impulsa junto a un grupo de países afines.
Tras su aprobación unánime por el Consejo,
Asamblea General. Confiamos en tener similar apoyo.
Cuando la educación, la persuasión y otros mecanismos preventivos no logran
evitar las peores agresiones a la dignidad humana, la comunidad internacional se
enfrenta a otros imperativos. Entre ellos está la protección de los civiles, resumida
en la Responsabilidad de Proteger. Mi país la reconoce como principio y guía
para la acción, sea preventiva o reactiva, a partir de decisiones legítimas y bien
fundamentadas. Esperamos que este concepto, lo mismo que el de seguridad
humana, se perfile con absoluta claridad en el seno de la Organización.
pronto será presentada a esta
La lucha por los derechos humanos reclama, además, llamar a cuentas y castigar
a los responsables de crímenes contra la humanidad. La Corte Penal Internacional
es, hoy, el principal mecanismo multilateral para cumplir con tal objetivo. Reitero
nuestro apoyo a su misión, e insto a la ratificación del Tratado de Roma por parte
de todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas.
También insto a que todos los Estados Miembros seamos más activos y decididos
en nuestros aportes para que las Naciones Unidas crezcan en eficacia, pertinencia
y relevancia. De aquí la trascendencia de su proceso de reforma.
Costa Rica ha acompañado y acompañará las iniciativas que impulsen los mejores
cambios posibles. Entre otras cosas, seguiremos trabajando constructivamente
por la mejora continua de los métodos de trabajo del Consejo
de Seguridad, mediante del grupo Small Five, y por una composición más
representativa del órgano, según los lineamientos de Unidos por el Consenso.
Señor Presidente:
Costa Rica es un país de ingreso medio. Gracias a su apego a la democracia,
la paz y el buen Gobierno, al uso eficaz de la cooperación internacional, y a sus
inversiones en salud y educación, ha logrado altos índices de desarrollo humano.
Junto a otros Estados con características similares, ejemplificamos el éxito de la
cooperación internacional como factor clave para alcanzar tales resultados. Sin
embargo, aún tenemos grandes vulnerabilidades en cuanto a pobreza, distribución
del ingreso, diferencias regionales, impacto de las crisis económicas y desastres
naturales, entre otros.
Hemos sido socios responsables, eficaces y éticos. Hemos avanzado en
desarrollo, pero aún no hemos podido consolidarlo al punto de poder prescindir
de la cooperación internacional. Aún requerimos de ella para enraizar plenamente
nuestros logros. Esperamos el apoyo y comprensión de los países donantes y de
la institucionalidad de las Naciones Unidas, en particular el PNUD. Nuestro éxito
relativo no debe ser penalizado, sino estimulado.
Costa Rica ha apostado al desarrollo sostenible en lo ambiental y social.
Hemos dado pasos importantes para sustentar nuestro crecimiento en energías
limpias y en un modelo económico bajo en consumo de carbono. Nuestra meta
es convertirnos en uno de los primeros países carbono neutral del planeta y
trabajamos seriamente para lograrlo.
En esta ruta, donde toda acción local tiene vinculaciones globales, vemos con
esperanza la Cumbre sobre Cambio Climático que se celebrará en Durban a
finales de este año, y la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible prevista para
el siguiente en Río de Janeiro. Pero vemos también con preocupación el limitado
avance logrado en las negociaciones previas.
Señor Presidente:
Concluyo estas palabras con una reiteración de nuestro profundo apego a
los principios enunciados por la Carta de las Naciones Unidas. Me llena de
satisfacción que celebráramos ayer el trigésimo aniversario del Día Internacional
de la Paz, una iniciativa de mi país acogida con generoso consenso por los
Estados Miembros. Y me complace aún más que su tema haya sido “Paz y
democracia: ¡haz que tu voz se oiga!”.
Los dirigentes nacionales e internacionales debemos estar siempre atentos a
las voces de nuestros pueblos. Debemos oírlas, respetarlas e incorporarlas a
nuestras iniciativas. Es parte de nuestra responsabilidad democrática, base del
buen gobierno, alimento para el cambio inteligente, y fundamento de legitimidad.
Como Presidenta de Costa Rica, un pueblo discreto, generoso, solidario y libre,
prometo no cejar en nuestros esfuerzos por lograr un país y un mundo mejores.
Muchas gracias, Señor Presidente.